Capítulo 23

13K 1K 126
                                    

CAPÍTULO 23
¡FUE UN ERROR!

Viktor.

Martillazos hostigando mi cerebro. Boca seca y estómago dolorido. La sensación era igual a una resaca pero multiplicada por cincuenta.

Observé mis alrededores, desubicado.

¿Donde estoy?

Lo único familiar era Milena inmersa en la cama matrimonial. Elevé rápidamente las sábanas para aclarar mis sospechas esperándome lo peor. Soplé repudiado cuando vi mi cuerpo desnudo a conjunto con el de mi esposa. Ella dormía plácidamente.

¿Como hemos llegado hasta aquí?

Froté mis facciones y abandoné la cama sin armar ruido para vestirme. Luego salí de la habitación a hurtadillas. Una vez fuera, tecleé el número de mi empleado para que viniera a recogerme.

También mandé que alguien esperara a Milena a lo que ella despertaba. Lo único que tenía claro, eran mis pocas ganas de conversar sobre el tema.

No voy a negar que estaba arrepentido de lo ocurrido. Sentí que mi cabeza iba a detonar cual bomba atómica porque por mucho que lo intentara, no lograba recordar nada. Ni un triste detalle.

Y tampoco es que bebiera tanto.

Milena.

Sabía que saldría corriendo. Era parte del plan. La misión un éxito, tal y como lo planeamos. Natasha tuvo la brillante idea. Yo solo la llevé a cabo. Hasta conseguí despistar al trabajador de Viktor.

Costó lo suyo llevarlo hasta el hotel sin que antes perdiera el conocimiento. Pero al final, lo logré. Y gracias a esa toxina no se acordaba de nada. Luego solo tuve que quitarle la ropa y meterle en la cama.

—Adelante, señora Kozlov. —me hizo pasar el doctor Pávlov, el ginecólogo que dirigiría la fecundación de mi prospero embrión.

—Buenos días. —saludé formalmente cuando accedí al interior de la consulta médica.

—Tome asiento. —incitó desplegando su brazo apuntando a la silla, y así lo hice. —En la última reunión hablamos sobre el procedimiento y la normativa preventiva para dicha operación.

Se sentó en su butaca mullida ubicada tras el escritorio amplio y descaradamente ordenado.

—Correcto. —apunté. —La cita de hoy era para extractar fecha definitiva.

Asintió con su rostro arraigado pasando una a una las páginas de la agenda buscando un hueco libre.

—Me han cancelado una cita a última hora, así que está de suerte. —cogió el bolígrafo. —El resultado de la prueba de fertilidad salió afirmativa, —explicó abiertamente. —Por lo que si a usted le viene bien, mañana a las cinco de la tarde tengo sitio.

Sentí tal felicidad, que las lágrimas encharcaron mis esferas. Lo conseguí. Viktor mío por siempre.

—¿Donde tengo que firmar? —acepté.

El doctor ensanchó su sonrisa, jocoso.

Abrió el cajón recopilando la documentación para colocarla sobre el mueble y sellar dicho acuerdo.

Cacé el bolígrafo con mis dedos temblorosos y una taquicardia abordándome el corazón. Joder, era un sueño hecho realidad. Hasta pellizqué mi corteza descartando que solo se tratara de un sueño.

Pero no. Era totalmente real.

Así que, garabateé mi nombre en cada casilla vacía donde se solicitaba la firma del paciente.

TAIPÁN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora