Capítulo cinco

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¿Mis otros órganos se podrán donar? Si es así, me gustaría hacerlo, seguiría viva de alguna manera. Ya no me queda fuerza, estoy muy estresada, me veo muy delgada y vomito lo que como, lo que me lleva a solo estar con líquidos o gelatinas.

Estar enferma es una basura.

¿Esperaban una historia más interesante? Pues les estoy narrando la historia de una chica a punto de morir o tal vez no, si alguien muere y es compatible conmigo, tendré un corazón nuevo y bueno.

No es que quiera que alguien muera para yo poder vivir, no soy una mala persona, pero si eso pasa, yo viviré saludablemente y aprovecharé cada momento, lo disfrutaré al máximo.

Ay, empezamos mal. Aquí vamos de nuevo.

Estoy en el hospital con una máscara de oxígeno, ¿saben qué nosotros solo recibimos el 20% de oxígeno de todo el aire? Cuando te ponen una máscara de oxígeno ya recibes el 100% es increíble. Tanto viento que sopla en mi cara cuando voy en carro y solo respiro el 20%

Ah, descubrí que es una gran mentira que los delfines son más inteligentes que nosotros, tienen la misma capacidad que los monos, chimpancés y no sé qué más. Oh, estuve leyendo.

–Así que aquí estás, ¿cómo te sientes? –El doctor, Allan entra con expedienté en mano y con esa sonrisa tan preciosa, es un doctor muy guapo de ojos verdes y muy joven pero bueno– No me mires así, me siento mal.

Si, con mi rostro le dije "Me muero cada día, ¿cómo crees?"

–Tu pregunta ya es muy aburrida, deberías cambiarla. –Reprochó.

–Es parte del protocolo. –Niega con la cabeza, se calla un momento y luego me mira al ver el error que cometió– No es que no sea importante preguntar cómo se siente el paciente, es, es cansado.

–Claro, arréglalo. –Sonrió y me quito la mascarilla.

–Ponte eso –Niego– Bien, empecemos. Tienes presión baja, calentura y por tu cara veo que mucho estrés –Entrelaza sus manos– ¿Sigues con la universidad? –Asiento– Estoy sorprendido, otros en tus casos estarían mal por los medicamentos y muy cansados.

–Me siento mal cada día, pero si muero, lo último que haré es que mis compañeros pasen, aunque no lo merezcan. ¿Sabes qué si muero los pasan de año? Es como un agradecimiento por morir.

–Lastima, no vas a morir. –Ríe.

–No puedes prometer eso a un paciente. –Le reprochó– No puedes hacerles promesas a los pacientes.

–No te he prometido nada, solo dije que no morirás, al menos no lo harás en mi guardia.

–Que lindo, mi propio súper héroe. –Le hago carita de mimo.

–Agarras mucha confianza, soy tu doctor. –Me mira curioso.

–Me llevas cinco años, si no fueras mi doctor y no estuviera a punto de morir estuviera detrás de ti. Te digo esto porque moriré y quiero que tengas un lindo recuerdo. Agarro confianza porque tú también lo haces. –Respondo.

–Si, saldría contigo –Ríe– Lo haría. Tendríamos dos hijos, una casa y te daría mi tarjeta, nos amaríamos eternamente.

–¿Me darías tu tarjeta? –Preguntó intrigada

Él ríe.

–Te acabó de ofrecer una vida a mi lado y solo escuchas, "tarjeta" genial, no me casaré con una loca que solo quiere mi tarjeta. –Me apunta con un lápiz.

–Solicitó un cambio de doctor, ahora.

–Si, dudo que alguien te ofrezca lo que yo.

Suelto una carcajada. No quiero morir, no quiero dejar de venir a verlo. Es mi doctor, pero lo veo como un amigo, sabe que ya me resigné, pero aún presiona al comité de donaciones.

Allan y yo no nos conocimos en el hospital, nos conocimos en la cafetería de la universidad. Él estaba en su último año de doctorado o algo así, ya era médico y todo, pero sacó algo más, no sé el qué, pero ahora es más profesional y es muy joven para ser uno de los mejores cirujanos del país, ya tiene varios artículos publicados y todo. La verdad es alguien de admirar. Cuando nos conocimos él no sabía nada sobre mí, pero lo supo al instante, huele los corazones malos, los siente y bueno, antes de que fuera mi doctor, yo le dije que tenía una consulta con un médico y ese día él trabajaba en el turno de día, al que yo iría. Mi doctor anterior se retiro y él quedó a cargo de los casos, incluyendo el mío. Fue una sorpresa cuando lo vi entrar saludando con un café en mano, pero fue gracioso verlo diciendo, "¿qué quieres? No realizó abortos, vete que tengo pacientes", él no había leído el expediente y desconfié, pero la verdad es que es un buen médico.

Me ha mantenido con vida estos años, pero prefiero al anterior.

No digo que no me guste que él sea mi médico, digo que, si muero y él está ahí, le dolerá porque mezclo trabajo con amistad y yo le dije, "debes elegir la amistad" pero no renuncio a ser mi médico y aquí estamos, me siento cómoda.

–Te veo más pálida de lo normal, ¿has comido bien? –Pregunta.

–Vomito todo lo que entra por mi boca, absolutamente todo y creo que ya se me hicieron llagas en mi boca. ¿Revisas? –Niega– Bueno.

–Ese suero que tienes te ayudará, también debes tomar los sueros bebibles y descansar, debes descansar Samara. La universidad puede esperar, te estas estresando muchísimo y acortas tu tiempo.

Odio que diga eso.

–Te lo digo como médico y no como amigo, ambas partes de preocupas, pero si no haces caso, si no bajas el nivel de estrés sufrirás aún más. Tienes una muy buena resistencia, pero debes cuidarte, esto no es un juego y acepto que ya hayas aceptado tu destino incierto, pero aún tienes vida y mientras tengas vida todo puede pasar. Te quedas o te vas, es decisión del tiempo y de cómo lo cuides.

–Allan, no empieces. Hago todo lo que me dicen, hago todo lo que me dices.

–La otra noche en la fiesta, bebiste.

Carajo.

–¿Cómo sabes eso? ¿Eres policía?

–Tengo tu expediente en mis manos, eres muy inteligente para tu edad. ¿Por qué te rindes? –Suelta el expediente para mirarme fijamente.

–No me rindo.

–¿Segura? –Inquieta.

–No lo hago, solo quería divertirme, es todo. ¿Puedo irme? Bien, adiós. Te veré en la cena.

Me levanto, rodeó su escritorio, lo abrazo y me voy. Si, me voy casi corriendo.

Cada vez que vengo él... él me da esperanza, me da ánimo y yo no quiero esperanza, duele y duele muchísimo. Quiero un corazón, no quiero un funeral que no me guste, quiero elegir mi cajón y si no me gusta pues cambiarlo, elegir la música y salón, quiero que solo entren las personas que yo quiero y no la bola de hipócritas que van por compromiso. No quiero que mis padres lloren, ya sufren lo suficiente, no quiero que busquen que ropa me pondré en mi propio funeral. No demuestro un carajo, pero en serio que ansío ese corazón.

Quiero salir con un corazón que palpite con fuerza, quiero eso. No quiero tener miedo cada vez que mis manos sudan.

No quiero decir, "escojo vivir" porque aún no es una opción...

Mi corazón insisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora