Estoy mareada y con mucha sed, no logro distinguir la realidad de un simple sueño. Siento que abro los ojos por minutos, hablo con alguien y luego los cierro por horas. Quiero gelatina, quiero vomitar, quiero saber qué pasó. No recuerdo lo suficiente de lo qué pasó después de que caí en la sala del quirófano, pero si recuerdo que el corazón que iba para mí, fallo.
Tengo un gorro en mi cabeza que llega hasta mis ojos, evitando que la luz me moleste. En serio, ¿por qué la luz es molesta? Las luces en los hospitales son tan pero tan fuertes que es como si mil flashes te estuvieran dando. Molesta mucho. Una vez me pegue a la pared porque me quede mirando el techo donde hay grandes paneles de luz y cuando me levante, ese panel estaba plasmado en mi vista, caminé y me pegue un frentazo en la pared, también saqué sangre de la nariz.
Me remuevo intentando que la cobija me tapé y buscando un lado más cómodo, lo encuentro, pero ya es imposible dormir, me desperté del todo.
–Tienes muy mala suerte, ¿no crees? Perder un corazón de esa forma, la verdad es que es muy triste.
Joder.
Lo había olvidado por completo, ¡¿cómo olvidé a la persona que está a cada paso que doy?! Bueno, estaba emocionada, pero... no puede ser, seguro está enojado y me recriminara por lo del último mes, le dirá que le entregue todos los chocolates que dejo abajo de mi puerta y que, por cierto, me comía al instante.
–¿Jack? –Suelto casi en un susurro.
–El mismo que ha estado afuera de tu cuarto día y noche esperando una respuesta. –Dice tranquilo. –Si, Jack. Tu Jack.
–¿Mi Jack? –Preguntó y hace un sonido de afirmación. –¿Estás molesto?
Ríe.
–No, Samara, pero si estoy dolido, muy dolido. –Confiesa y siento como se sienta a mi lado. –Me volví loco buscándote, pensé que te había pasado algo, iba a la casa de tus padres, iba día y noche a tu cuarto, te hablaba por horas y te dejaba dulces por si estabas ahí. Estaba aterrado de que estuvieras tirada en algún lugar, te llame mil veces, te ande mensajes. –Suspira. –Y nunca respondiste. No estoy enojado contigo, ¿cómo podría? Pero si estoy dolido.
Siento que mi pecho se contrae, ¿cómo pude hacerle esto a él? Específicamente a él, yo sabía que se estaba volviendo loco, pero no pensé que estuviese tan preocupado por mí.
Quiero disculparme, quiero hacerlo, pero estoy muy mareada, aun así; debo intentarlo.
–Lo siento muchísimo, Jack... –Susurro aún con los ojos cerrados, no soy capaz de verlo a la cara.
–Melany me contó lo qué pasó entre ustedes, todo lo que te dijo, pero no tenías por qué desaparecer, debiste decirnos solo que no querías vernos, que necesitabas tiempo. –Siento como toma mi mano. –Se que te dolió todo lo que dijo, pero en serio, debiste decirme al menos a mi... tenía miedo de que estuvieras tirada en el baño. El administrador de tu edificio me dijo que había una chica encapuchada que salía de tu habitación siempre en la madrugada, fui a reclamar una llave para abrir ese lugar porque te juro que casi rompo esa puerta.
–Te quiero mucho, Jack. –Digo bajito y me quito el gorro para verlo por primera vez.
Me mira con cariño, con anhelo, con alivio. Se nota que en serio el paso mal. Sus ojos brillan al verme, sonríe y aprieta mi mano.
–Yo te amo. –Dice mirándome a los ojos.
Ojalá yo te viera de esa forma, seríamos tan felices.
Alguien se aclara la voz, el doctor Allan.
–Bueno. –Me mira sin gesto alguno. –Cuando te dicen "te amo", debes responder que también o que no lo amas y ya. Tú chico, ella te ha bateado como tres veces en los últimos dos minutos y sigues aquí, sí que tienes paciencia.
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Mi corazón insiste
Teen FictionSamara Herzt está pasando por sus "últimos meses de vida". Esperar ya no es una opción, ella ya lo acepto pero los demás no. Ella solo quiere ser una universitaria normal pero siempre están los obstáculos y esta vez; no son terceras personas. Esta...