Capítulo diecinueve

92 7 5
                                    

Cuando los primeros rayos de sol se filtran por mi ventana, Ámbar y Josué son los primeros en irse, intentan hacer el menor ruido, pero fracasan. Igualmente se van ya que no despiertan a nadie. Luego la sigue Paulo, este se va medio aturdido y con frío, ¿no les dan ganas de hacer pis cuando se levantan? Porque a mí sí, es lo primero que hago cuando me levanto.

Solo queda Melany y Jack, ambos duermen plácidamente, parecen muñequitos. Melany hizo que me durmiera al menos dos horas, pero luego me levante y ya todos estaban dormidos. Así que pase toda la madrugada mirando el techo, a veces miraba la ventana y podía ver cómo aparecían y desaparecían algunas estrellas.

Las estrellas que estaban dando su último suspiro porque ellas también mueren.

Las estrellas que brillaron por mucho tiempo y estaban a punto de apagarse.

Las mismas estrellas que miraba de pequeña, soñando con que un día sería una de ellas.

Cuando las veía me preguntaba "¿estaré brillando tanto para luego apagarme?". Estar bien y luego no, estar y luego ya no estar. Como apagar o prender la luz de tu habitación, ¿será así? ¿Sin dolor? Aunque, he estado muchas veces cerca de la muerte y todo es con dolor, pero, cuando esté en mi último día, ¿lo sabré? ¿Sentiré pánico? No quiero irme sufriendo, quiero irme en paz. No quiero que nadie llore mi partida, es inevitable pero no quiero que lo hagan, ya los he hecho sufrir mucho. Quiero irme como la mayoría de mi familia; estando dormida.

Mientras este durmiendo, soñaré con él: Ambos andaremos en patineta por alguna calle de Roma, riendo y tomados de la mano para no perder el equilibrio, para no caer ni él ni yo. Tomaremos malteadas, miraremos las estrellas mientras caminamos por la playa, sentándonos en la arena y dando paso para escuchar el sonido del mar y de nuestros corazones. Sabremos que ya me tendré que ir, así que solo nos apoyaremos el uno con el otro y yo me quedaré atrapada en el sueño para luego soltar mi último suspiro, mientras él despierta en la vida real, mientras no me ve por ninguna parte del campus, ni el hospital, ni abro la puerta, ni contesto, solo estoy ahí; sentada en la silla de mi escritorio, para que cuando él entre, yo pueda despedirme, aunque ya no pueda verme.

No quiero morir sufriendo, no quiero morir porque no puedo respirar o porque el corazón me va a estallar; quiero dormir y no despertar. Estar en paz.

Mamá y papá estarán bien, ellos ya lo sabrán; ellos ya lo presentirían y son muy fuertes, se tienen el uno con el otro. Mis amigos lo entenderán, todos ellos, serán fuertes. Estar en duelo y aceptar el proceso que viene no es fácil, pero lo lograrán. Así podré estar en paz.

El toque caliente de unos labios y una mano acariciando un lado de mi rostro me saca de mis pensamientos, pero no abro los ojos.

–Aquí estoy, no me iré, aunque me lo pidas. –Su voz sale en un susurro. –Estoy a tu lado, hasta que uno de los dos se vaya sin decir nada. –Jack. –Eres una tormenta y yo soy la calma; tu calma. –Puedo sentir cómo se aleja y abre la puerta. –Estoy tan agradecido por tenerte otro día aquí.

Mi corazón está en estado crítico al escuchar como la puerta hace el sonido de cierre. No me muevo, no respiro, no abro los ojos. Solo sonrió a mis adentros.

***

–Tu beca te seguirá esperando y, aunque en esta universidad hemos sido muy complacientes con usted, ya no podemos tomar más riesgos por lo que decidimos suspenderla hasta que logre estar bien y pueda volver, reiteró que no le quitaremos su beca si es lo que le preocupa, pero si algo malo le sucede en la universidad, los que saldremos afectados y con demanda seremos nosotros. –La directora habla y yo solo puedo ver el gran ventanal, mis padres hablan con ella.

Mi corazón insisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora