Capítulo 21

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Sheila

Hace seis meses decidimos Venus y yo cambiar el rumbo de nuestro vida  con la esperanza de poder abrir nuestro propio buffet de abogados y poder obtener  éxito.
Desde que abrimos el buffet no hemos obtenido muchos clientes.
Venus trabaja duro pegada al ordenador y yo desde casa trabajo los pocos casos que nos  van llegando.
Hay días en los que me derrumbo por no obtener aquello por lo que tanto estoy luchando, pero al tocar mi tripa y sentir mis hijos dentro de mí todo cambia para mí como ver a Nico feliz en el colegio llevando una vida normal hace que me levante de mi letargo para continuar esta batalla sin quitarme la coraza.

Hoy Venus ha venido muy cabizbaja, la conozco muy bien para saber qué aunque trate de ocultar su decepción a través de un linda sonrisa conmigo no le funciona.
Hablamos detenidamente  en la cena intentando buscar alguna solución para poder promover nuestro buffet y poder llegar al éxito con el cual soñamos.
Venus se levanta del sofá dándome la espalda mirando hacia el frente con sus ojos envueltos en lágrimas.
Toco ligeramente su hombro hablándole de poder encontrar una solución para obtener aquello que deseamos.
Venus me abraza con cuidado asintiendo con su cabeza tomamos asiento en el escritorio para encender el ordenador comenzando así a buscar alguna empresa de abogados que nos puedan dar asesoría y ayudarnos con alguna sociedad para poder obtener más clientes.
Buscamos durante horas por las diferentes páginas que aparecen por internet, mandamos correos y formularios con nuestros datos pero de momento no hemos obtenido respuesta alguna.

— Mira Sheila, hemos recibido respuesta de una empresa veamos que nos dice en el correo electrónico. — Venus entusiasmada abre el correo electrónico leyendo la información obtenida.

Al parecer se trata de una empresa de abogados que se dispone ayudar a pequeños emprendedores formando una sociedad durante un año.
Leemos las páginas que nos han mandado con toda la información y al parecer no es muy exigente y lo más importante estáb dispuestos a darnos asesoría y dar promoción a nuestra empresa obteniendo así más clientes y casos.
Todo lo que nos explica en las hojas nos parece importante y es justamente lo que andamos buscando, por lo que rellenamos nuestros datos explicando cual es el motivo por el que queremos asociarnos con la empresa y nada más enviar la solicitud minutos después se pone en contacto con nosotros el mismo director de la empresa.

Siento como mis dedos tiemblan en el teclado casi no podemos creer que todo esto nos esté ocurriendo.

Buenas noches, disculpe que nos tengamos que poner en  contacto con usted a estas horas, hace unos meses hemos abierto nuestro propio bufett y necesitamos ayuda empresarial para poder promocionar nuestra pequeña empresa.

Comienzo escribiendo esperando impacientes la respuesta.

Buenas noches, antes de nada quiero presentarme. Soy el señor Metzel, director de la empresa de abogados y asesores contables y de marketing y publicidad GVM. Llevamos años dedicándonos ayudar a pequeños inversores como ustedes y es para mí un gusto poder ayudarles.

Encantadas de conocerle señor Metzel, somos la licenciada Kiroga y la licenciada Mesasen, estamos encantadas de poder firmar un contrato de sociedad con su empresa señor Metzel.

Continuamos hablando un tiempo bastante largo con el señor Metzel quedando en reunirnos en dos días en su oficina.
Nada más terminar la conversación Venus y yo saltamos de alegría felices por qué al fin la suerte nos esté acompañando.

A los dos días siguientes a pesar de no poder caminar con mucha ligereza debida a mi abultada tripa fuimos hasta el edificio donde estaba situado la oficina del señor Metzel.
A decir verdad esperaba ver un edificio de unas veinte plantas pero tan solo había unas siete plantas, no sé porqué pero comenzaba a mosquearme un poco pensando de haber sido estafadas.
Pasamos al edificio donde en un mostrador nos atiende un hombre joven muy amable diciendo que el señor Metzel nos espera.
Miro a Venus algo desconcertada, y ella al igual que yo algo confundida y confusa nos subimos al ascensor donde al llegar a la última planta todo cambió.
Hasta mi opinión  al ver lo grande que era el lugar y lo bien decorado que estaba el vestíbulo y las oficinas que se podían ver con gente trabajando en distintas áreas.
Una mujer de edad madura nos recibe dándonos la bienvenida, nos pregunta si queremos tomar un café y cuando le decimos que sí, ella misma nos lleva hasta la sala de reuniones donde nos espera el señor Metzel.
Al entrar hay un señor de unos cincuenta años hablando por teléfono, nos hace una señal de tomar asiento y mientras él sigue hablando por teléfono en otro idioma la secretaria nos sirve nuestros cafés.
Minutos después el señor Metzel está disponible y tras hacer las presentaciones debatimos el tema de la sociedad.
Horas después, firmamos el contrato convencidas y seguras de que todo va ir bien. O al menos eso esperamos.

LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora