Capítulo. 4.

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Nada más despertarse mi hijo, hablé con él le di su desayuno y me marché para trabajar, hoy la mañana sería tranquila.

―Sheila como te encuentras, te veo algo pálida y sofocada.

―Es por el caso de Htp. Y también porque no descanso bien. Toma un café yo ya llevo dos.

―Sheila no puedes seguir así, debes de descansar.

―Venus no puedo y ahora menos, tengo que trabajar duro para pagar el "adelanto de sueldo".—  Así fue como se lo dije a Venus, era todo un estrago tener que recordar la manera de como conseguí el dinero. Intenté quitarme de la cabeza lo ocurrido comenzando a trabajar hasta que Silvina me llama avisandome que el señor Vivens quería verme.
Miré repetidas veces a mi amiga que se encontraba sentada enfrente mío encogiéndome de hombros salí de mi oficina para ir a la Gabriel.

Al llegar a su puerta toda colérica toqué la puerta, en segundos ya me encontraba dentro, ante mí estaba un hombre elegante y bello, pero esa mañana se veía distinto, algo desaliñado con su pelo revuelto y sus ojos verdes estaban más oscuros. Mis ojos se clavaron en los suyos sintiendo un cosquilleo en mi estómago, mi boca se secó inmediatamente encontrándome acorralada sin saber que era lo que realmente quería de mí.

―Sheila te hecho llamar porque deseo hablar contigo respecto a lo de la otra anoche. — Ruedo mis ojos pensando en esa maldita noche y porqué tiene que recordármelo sí el mismo me dijo de olvidarme de todo lo que sucedió.
Realmente no llego a entender a este hombre y sus cambios de humor.

―Señor Vivens yo lo tengo olvidado, por eso no se preocupe. Y de mi boca no ha salido nada. Tan solo he dicho que pedido un aumento de sueldo.

―Eso es lo de menos Sheila, lo que no deseo es que lo que pasó llegue a oídos de cualquier persona y toda mi reputación se venga al suelo por una estupidez que cometí no debí hacer lo que hice.

Sus palabras me quemaban dentro mí, como podía estar diciéndome esto ahora, cuando yo puede sentir sus abrasadoras caricias rozando mi piel quemándome hasta el alma y ahora me quema de igdinación.
Ya no puede soportarlo más, parpadee varias veces para demostrarle que no soy débil, alzando mi cabeza muy alta le respondí;

―Estoy de acuerdo con usted señor Vivens, usted es un hombre de buena familia, y su apellido es muy distinguido entre sus conocidos, no se preocupe que yo no seré la culpa de que se vea envuelto en un escándalo y su reputación sea manchada. Guardaré silencio, a mí tampoco me conviene ir  ventilando por ahí que he sido la amante de  la jefe, como tampoco deseo que digan que soy una descarada que se acuesta con el jefe para lograr llegar a ser lo buena abogada que soy.

Lo último se lo recalqué bien, si él se las daba de venir de buena familia yo soy una mujer que no viene de familia con dinerl, mis padres murieron cuando yo era joven y me crió mi tía Herminia hasta que falleció. Sin tener a nadie en mi vida seguí estudiando hasta que conocí a Ernesto enamorándome de él hasta quedar embarazada, lo que empezó con un amor hermoso acabó con una parte de mi. Lo único que me orgullezco es de mi hijo, por él lucho día a día.

Gabriel no me dice nada y yo aprevecho para irme de su oficina para seguir trabajando haciendo como si nada.
Venus me pregunta que me ha dicho Gabriel, me duele mentirle pero aquí en el buffet hay demasiadas personas dispuestas a lastimarme y no quiero verme en boca de nadie por lo que le digo que hemos conversado sobre el caso Hpt.
Venus se queda conforme y ambas continuamos trabajando.

Por la tarde nada más salir del trabajo me reúno con el doctor Lamber, él como siempre me pone al tanto de la mejora de mi pequeño, sin embargo hay un inconveniente, necesito más dinero para el tratamiento de un año para Nicolás.
Sus palabras me volvieron a derrumbar y más tratándose de una cantidad tan elevada.
Ni trabajando cien años podría pagar el tratamiento de mi hijo.
Busqué varias alternativas, pensé en cómo podía pagar el tratamiento pero nada de lo que hacía servía, pareciese que todo se pusiera en mi contra.
Por lo que volví a la oficina para seguir estudiando un caso y pensar cómo y de qué manera podía hacerme con el dinero para el tratamiento de Nicolás.

Sentada trabajando en un caso muy importante tecleaba en mi ordenador hasta que observé la silueta de una persona, era él, caminando entre la oscuridad de la poca iluminación que había debido a lo tarde que era.

― ¿Sheila todavía trabajando?―me pregunta algo turbado y alarmado por verme aún pegada al ordenador y los papeles.

―Sí, señor Vivens, estoy muy liada con el caso de Hpt.

―Pero es tarde, debería haberse ido a casa hace horas.

―Lo sé, pero no puedo, necesito trabajar para ganar este caso.

― ¿Aún necesitas dinero?-Su voz sonada algo ansiosa al mismo tiempo excitada.

―Sí señor. Aún me hace falta más dinero, por eso quiero ganar este caso.

―Si quieres yo te puedo dar otro adelanto, ya sabes lo que debes hacer.
No contestes ahora, te espero mañana en el hotel. Si no vas lo tomaré como negación. Si vas, volverás a sentir el placer que te hice pasar la otra noche.

Mis ojos se abrieron a más, me quedé sorprendida por su propuesta. ¿Estaría hablando en serio?

— Muy amable por su gesto, lo pensaré.

— De acuerdo. Que tenga buena noche. — Gabriel desaparece agarrando su maletín mientras yo le sigo con la mirada hasta verlo desaparecer.

Aturdida recogí mis cosas, me monté en mi coche para ir al hospital.
Allí con mi cabeza apoyada en el cristal de la ventana pensaba en la proposición de Gabriel, ¿sería capaz de volver otra vez a pasar otra noche en los brazos de Gabriel?

LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora