Gabriel
Estuve cuestionando si hablar con Sheila o no sobre lo que había encontrado en los papeles.
Al final tras meditarlo hablé con ella para que me diera una explicación.
Tras haberme aclarado que ese dinero que había en una cuenta bancaria, era porque Dámaso Villegas le había dejado una pequeña fortuna a Nicolás y eso era el motivo principal para que Ernesto quisiera obtener la custodia de Nicolás. Maldije una y otra vez. ¿Cómo podía un hombre después de abandonar a su hijo y su madre ahora venir con estas? Debía ser un cretino, pensé.Al salir del juzgado Sheila y yo nos fuimos a recoger a Nico al colegio. La miraba repetidas veces notando sus nervios y desesperación le acariciaba sus manos con mi pulgar intentado que se encontrase mejor podía imaginar cuánto sufrimiento cargaba sobre sus hombros.
Al llegar al restaurante, Sheila seguía con su mirada perdida jugando con sus dedos. Le agarré su barbilla dándole un fugaz beso le susurré:
―Sheila mi amor no estás sola, yo he prometido que te voy ayudar y cumpliré con mi palabra.
―Gracias Gabriel, qué haría sin ti. Ahora mismo me siento tan pérdida, me moriría si Ernesto se quedara con la custodia de mi hijo.
―Eso no va pasar. He estado estudiando el caso, y tengo un as en la manga para que ese miserable no se quede con Nico.
Sus ojos azules se cargaron de agua, me molestaba verla así tan preocupaba y llena de dolor por que ese canalla le pudiera quitar a su hijo.
Terminemos de comer y la acompañé hasta su casa, allí más relajados la abracé deseando de probar sus besos hasta que me llamó mi madre, su voz sonaba preocupaba. Me despedí de Sheila y marché para mi casa.Al entrar me quedé impactado, sin palabras. No podía creerme que sentada tomando un té estuviera Yasmin. Mi primera novia, y la que abandoné por Clara. ¿Pero qué demonios hacia ella allí?
―Gabriel, hola, ¿qué tal estas?―Miré con recelo a Yasmin, reconozco que poco ha cambiado, sigue tan hermosa como antes y sin perder su sonrisa. Nos saludemos, me senté con ella y mi madre charlando hasta la hora de cenar.
Más tarde mi madre nos dejó solos y yo seguí hablando con Yasmin. Me sentía algo culpable de la manera de como terminé la relación. Sé que sufrió mucho por mí, y ahora tenerla años después delante de mí me conmueve un poco.―Bueno Yasmin, cómo estas, me imagino que ya tendrás algún novio.
―No que va Gabriel desde que lo dejemos, no he tenido nada serio. Me marché para París y allí estuve trabajando hasta que he decido volver a la empresa de mi padre. Llevo aquí unos días, vi a tu madre en una merienda del club y me invitó a pasar por aquí y he venido saludarte.
―Mi madre como no. Yasmin, te voy a ser franco. No deseo hacerte daño, por lo cual no te vuelvas a enamorar de mí porque yo amo a otra mujer.
―Ya, tu madre me lo ha comentado. Gabriel, sólo quiero ser tu amiga y abrirte los ojos. Entiendo que estés con ella como una aventura pero te merece la pena arriesgar tanto. Piensa Gabriel, esa mujer no es de nuestra clase, nunca podrás presentarla ante nuestras amistades todo orgulloso, ella siempre estará por debajo de ti, no es de nuestro círculo social y piensa en los comentarios de la gente. Tú un hombre atractivo, refinado, educado con una mujer bulgar con un hijo de otro. ¿Te merece la pena todo esto?
Me quedé sin palabras al escuchar a Yasmin, por un lado, sentía impotencia rabia y por otro lado debía asumir que llevaba razón. Sheila es la mujer que amo, pero no es de mi clase, y aunque la convierta en mi esposa nunca dejará de ser lo que es. Ahora debo meditar sobre que camino he de tomar, si alejarme de Sheila y renunciar a su amor o luchar por ella y ser feliz.
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LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE
Romance¿Qué serías capaz de hacer para salvar la vida de tu hijo? La desesperación por perder a su hijo, llevó a Sheila a pedirle dinero a su jefe a cambio de pasar una noche con él. Gabriel Vivens, un hombre que no siente ningún afecto hacia las mujeres...