Sheila:
El pánico se ha adentrado demasido rápido en mi interior al comunicarme los médicos de tener que hacerme una cesárea para salvar la vida de mis hijos, los médicos no me dan muchas esperanzas debido a que mis hijos van a nacer prematuros.
Siento una gran bola de fuego quemarme dentro de mi ser de miedo por la preocupación de perder a mis hijos.
Me preparan para pasarme al quirófano, estoy realmente mal, tengo ganas de gritar por la angustia que emana dentro de mí, no quiero que nada malo les ocurra a mis bebés y rezo suplicando a dios que por favor no le ocurra nada a mis hijos.Exactamente no sé cuánto tiempo ha transcurrido, solo sé que aún es de noche y todo está en silencio.
Pongo mi mano en vientre liso, necesito hablar con una enfermera pero al girar mi cabeza me encuentro con Gabriel sentando en una silla durmiendo.
Lo observo durante un rato hasta que nuestras miradas se encuentran causándome un sensación dulce de querer decirle lo feliz que me siento porque esté en estos momentos a mi lado.
Prefiero guardar silencio cambiando mi semblante mirando hacia otro lado por miedo a flojear ante su encanto.
Aún lo amo, no voy a negar lo que siento por él, pero los recuerdos siguen azotando mi corazón impidiendo de olvidar lo que me hizo.— Sheila, ¿Cómo te encuentras?
— Mejor, gracias por quedarte pero ha podido hacerlo Venus.
— Ella tuvo que irse para traer a Nico, quiere conocer a sus hermanos.
— Entonces...ellos están bien. — Varias lágrimas salen de mis ojos al saber de que mis hijos estén bien.
— De momento están en cuidados intensivos debemos esperar para saber cómo evolucionan.
— ¿Debemos? No te equivoques Gabriel, son mis hijos.
— Sheila, no tengo suficientes argumentos para pedir tú perdón por todo el daño que te causé, se perfectamente que actúe como un idiota dejándome cegar por terceros y comentarios herientes que acabaron por separarnos. Está noche me enterado de que soy padre, cuando yo estaba seguro de no serlo nunca. He cometido muchas estupideces contigo sin motivo, he pisoteado tu orgullo para alimentar el mío y eso me ha conducido a caerme por un precipicio donde nadie me ayudado salvo pensar en tí ha sido lo que me ha dado alas para querer demostrarte que en verdad te amo.
— Todo eso es muy bonito Gabriel, me alegro de que te hayas dado cuenta que tú madre te maneja como títere pero yo ya te di muchas oportunidades y nunca he hecho nada para que actúes de esa forma conmigo cuando solo te pedía que me dieras mi lugar. Entiendo que yo también hice cosas malas y me arrepiento pero en estos momentos de mi vida no te necesito.
— No te creo Sheila, como tampoco creo de que hayas dejado de amarme. Los dos nos hemos equivocado, quizás yo he sido tu verdugo pero quiero ser quien se arrastre hasta tí para empezar desde cero. No me importa el tiempo que tardes en perdonarme, todo lo que he estado haciendo por tí es poco para lo que haré.
Quiero ser un buen padre y ser tu compañero, amigo, amante y marido, quiero decirte que te amo Sheila y no te voy a dejar, estoy decidido a luchar por nuestro amor.— No creo que lo hagas Gabriel, tú apellido, tu reputación vale demasiado como para que te arriesgues por mí. Por un mujer que es abogada y tiene tres hijos.
— Te recuerdo que dos son míos y Nico lo quiero como si fuera mío. Y para tú información he estado cerca de tí Sheila, nunca te he dejado sola.
Exactamente no entendía a lo que se refería Gabriel porque fuemos interrumpidos por una enfermera y la doctora que me atendió.
Según me informan de momento los niños están estables y debo de ir a amamantarlos cada cierto tiempo.
La enfermera me sube a una silla de ruedas y me lleva hasta donde se encuentran mis hijos tan pequeños y ya luchando por su vida.
La enfermera me dice que son unos niños fuertes y van a vivir.
Los cojo con delicadeza besando su cabeza no puedo creer que los tenga entre mis brazos, solo ruego que nada les pase.Al terminar de darles de comer a los mellizos me llevan de vuelta a la habitación pero no está Gabriel, prefiero así, quedarme sola para poner en orden mis ideas y estos sentimientos que aunque quiero que desaparezcan no lo hacen.
Solo me ha bastado con su presencia y sus palabras para bajar la guardia.
Pero no, no estoy dispuesta a perdonarlo tan fácilmente olvidándome de todo lo que me hizo.
Debe de aprender una lección y así sabrá que todas las personas no somos iguales y mucho menos deben medirnos con la misma bara, cada persona es un mundo y nadie somos iguales para comprarnos y tratarnos como si fuéramos objetos. Los sentimientos hacen ver cómo es en realidad una persona, yo fui fiel y franca con Gabriel, ahora que tengo mi vida estable no deseo recibir su ayuda.Después de pasar varios días en el hospital me dieron el alta pero mis bebés siguen en observación, según los médicos todo está siendo favorable y en unas semanas me los podré llevar a casa.
Nada más llegar a casa me encuentro con la sorpresa de ver varios jarrones con flores y a Gabriel sujetando un paquete agarrado de la mano de Nico.
Lo miro con admiración de ver el cariño que le tiene Nico a Gabriel, incluso más que a Ernesto.
Del cual no lo quiere ver después de haber perdido el juicio. Era más que evidente que solo quería a Nico por el dinero sus sentimientos no le han importado en lo más absoluto.
Desde entonces no hemos vuelto a verlo y en parte me alegro de no tener contacto alguno ni con él ni con su familia.
Pero ahora que veo a Gabriel parado a pocos metros de mi mientras yo beso a mi hijo diciéndole que sus hermanos están bien no puedo evitar sonreír entusiasmada de ver a Gabriel aunque en parte quería poner distancias entre nosotros.— Bienvenida Sheila, espero que estés bien y mira lo que han preparado Nico y Gabriel para usted. — Miro la mesa donde hay suficiente comida y un pastel de chocolate un poco quemado pero estoy agradecida por su atención.
Junto con Miriam y Venus nos sentamos en la mesa comenzando a comer en armonía y paz. Hacía demasiado tiempo que no sentía está paz y este sentimiento tan inquietante fluir dentro de mí y todo por estar rodeada de las personas que en verdad se preocupan por mí y me quieren entre ellas Gabriel.
Por la noche mientras Nico duerme Gabriel me hace entrega de un regalo.
Esta vez es una pulsera de oro blanco y en el paquete más grande había juguetes y cosas de utilidad para los bebés.
Mis manos tiemblan al ver todo lo que Gabriel le ha comprado a los bebés haciendo que llegue a emocionarme a recordar cómo fue cuando nació Nico y nadie se preocupó por mí. Lloraba cada noche abrazada a mi hijo rezando para que Dios me diera fuerzas para luchar por él, y ahora ver el detalle que ha tenido Gabriel de no dejarme sola el interés que mantiene y el amor que muestra hacia Nico solo consigue avisar me del peligro que representa tenerlo tan cerca con sus ojos claros mirándome con demasiada ternura como para dejar que me bese.
Probar ese dulce beso del cual me hacía tanta falta y echaba de menos, sus brazos me abrazan tan fuerte como para no querer separarme nunca de él.
Lo amo, pero aún necesito borrar los recuerdos para poder continuar con mi nueva vida.
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LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE
Romance¿Qué serías capaz de hacer para salvar la vida de tu hijo? La desesperación por perder a su hijo, llevó a Sheila a pedirle dinero a su jefe a cambio de pasar una noche con él. Gabriel Vivens, un hombre que no siente ningún afecto hacia las mujeres...