Capítulo 20

698 73 5
                                    


Gabriel

Han pasado cerca de seis meses desde que me despedí por última vez de mi amada.
Desde entonces mi vida se ha desmoronando y en cada pedazo de mi roto corazón está su nombre y esos momentos que hemos pasado juntos.
Alguien toca la puerta, sigo de espaldas mirando por la ventana de la que fue su oficina sumido en mis pensamientos.
Escucho unos pasos detrás mío, su voz calmada me hace de voltearme para ver a mi primo como me observa con lástima.

— Gabriel, ¿hasta cuándo vas a seguir así? Mírate, estás totalmente acabado y todo por hacer caso de tu familia.

— Por hacer las cosas mal primo y ser un cobarde por no luchar por la mujer que en verdad me ha amado, la única que le entregado mi alma y espero que sepa cuidar de ella porque es lo único que me mantiene con vida.

— Búscala Gabriel, aún estás a tiempo y para este circo haciendo caso a tu corazón antes de que te destruyas a ti mismo.

— No puedo hacerlo Jorge, mejor que tú sabes todo el daño que le causado a Sheila por mí egoísmo y mi falta de respeto hacia ella.
No puedo llegar ahora y hacer como si nada a ocurrido y pedirle que me perdone si yo mismo no me perdono.

— Gabriel, ella está embarazada, ¿y si su bebé es tuyo? Piensa lo que te estás perdiendo.

— Ese bebé no es mío, yo me hice la vasectomia después de romper con Clara cuando ella misma me afirmaba que perdió a nuestro hijo entonces la sorprendí con  mi padre, entiendo que él supo cuidarla cuando ella más me necesitaba.
Aquel día decidí operarme para no pasar por lo mismo. Clara marcó un antes y un después en mi vida, la amé tanto que hubiera dado lo que fuera por ella, y aunque lo intenté mi padre supo entenderla y estar a su lado cuando yo me la pasaba viajando para poder construir mi imperio y no depender de mi padre.
Y mira, fui estúpido de dejar que mi familia invirtiera en algo que yo mismo construí y en estos momentos me encuentro enjaulado en mi propio castillo hecho con sudor y lágrimas dejando escapar a mi paloma. La paloma de mi dicha y felicidad. Sheila ha sabido demostrarme lo equivocado que he estado juzgándola por los malditos comentarios de mi familia.

— Pienso que se puede tomar un consejo de alguien cercano pero la decisión siempre va ser tuya primo y debo decirte que te has equivocado, tú solo te has puesto la soga al cuello.

Ni me atrevo a responder a mi primo y mucho menos a mirarle a la cara de lo despreciable que me siento en estos momentos.
Él se marcha y yo continúo con mi trabajo hasta que de pronto se me ocurre una idea que llevaba dándole vueltas desde hace algún tiempo creando mi propia sociedad alejándome de una vez por todas de los lazos que me unen a mi familia y por lo que me veo obligado a tener que obedecer como si fuera un títere en sus manos.
Comienzo a investigar y hacer unas cuantas llamadas con algunos socios que conozco quedando en mantener una reunión para crear mi propia sociedad.

Eran pasadas las diez de la noche cuando llego a mi apartamento, estoy agotado, necesito un trago, el alcohol es mi antídoto para poder desquitarme de ese padecimiento que me axfisia por no haber actuado como es debido.
No hay día que no me culpe por ello y lo peor de todo que ya es tarde para querer poner solución a una catástrofe que yo mismo he creado y donde he elegido un camino de espinas al lado de una mujer que no amo saltando directamente por un precipicio.
Justo en este momento me llama mi madre para avisarme de ir mañana a su casa para comer con Yasmín y su familia para terminar así con los preparativos de la boda.
Cuando pienso en ello, recuerdo lo emocionado que estaba al pedir a Sheila ser mi esposa donde en ese momento no me importaba nada salvo estar con ella.
Y ahora, ¿Qué hago mortificándome si no hay solución para volver abrir mi corazón de nuevo?

No hay noche que no me imagine mirándola a sus luceros besando  sus labios mientras recuerdo como mis manos vagaban delicadamente y tan plácidamente por su cuerpo sientiendo el aroma de su respiración entregándose con pasión sin importarle nada.
Cierro mis ojos y su retrato aparece sonriéndome extendiendo sus brazos para abrazarnos fuerte como un anclaje para no separarnos escuchando de fondo la melodía de nuestros corazones dejando que un fuego intenso nos supere para unir nuestras almas quemando así los malos momentos reparando con las cenizas los errores para construir la realidad de lo que sentimos.

LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora