D (Lee Felix)

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En el pronter se leía "¿Ddakbok o malbok?
— Oh... ¿qué era ddakbok?– preguntó Felix
Ahora se leyó la respuesta:
ddakbok= durazno duro
malbok= durazno suave.
—Oh, denme un segundo... –  contestó riéndose de nervios — Creo que antes... ¿escogí malbok?

— Tingle Interview

No era un misterio ni un secreto que Felix amara tanto los duraznos, bien había dejado claro que prefería cuando eran suaves y grandes porque estaban más jugosos.

Le encantaba comerlos despacio, que el jugo escurriera por las comisuras de sus labios, que tuviera que succionar para que no se escapara de él.

Y justo ahora tenía uno en sus manos gracias a su líder que lo había consentido con cuatro de ellos.

— No los vayas a comer todos en un día – había dicho Bangchan, pero para Felix no era impedimento.

¿Qué tenía de malo? Si los comía todos solamente no debía cenar y hacer mucho ejercicio para no subir de peso.

Así que comenzó.

Tomó el primero dándole una gran mordida, realmente estaba jugoso y no tardó en ser un desastre pegajoso de jugo de durazno.

Pero no había nadie que lo viera y podía hacer lo que quisiera.

Succionó el jugo que había caído en sus manos, lamió los restos y volvió a morder.

Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis mordidas enormes fue lo suficiente para dejarlo en un simple hueso de durazno.

Metió el hueso a su boca y lo jugó de un lado a otro, aún tenía un poco de durazno. Lo envolvió con su lengua, lo giró, lo tomó entre los dientes y succionó la saliva que se había acumulado en su boca.

Finalmente lo escupió, había quedado seco.

Sonrió ante la idea de repetir aquel patrón y tomó el siguiente. Le gustaba jugar a reducir el número de mordidas en las que se lo comía, aunque aquello era aún más desastroso.

Una, dos, tres, cuatro, cinco.

Nuevamente a jugar con el hueso, lo retorció, envolvió, mordió, succionó.

Su estómago ya estaba lleno pero cuando se trataba de duraznos no tenía control.

Una, dos, tres, tosió. Tal vez debía de tomar las mordidas con calma. Cuatro, cinco, seis.

Hueso de nuevo. Removió, envolvió, tomó entre los dientes, succionó.

Tal vez no debía comer el último... Entonces quería jugar un poco más con el hueso.

¿Podía envolverlo por completo con la lengua? Sí

¿Podría hacer trucos? También.

Escuchó la puerta abrirse.

Tomó una bocanada de aire debido a la sorpresa. Había pensado que era Bangchan, pero fue el más pequeño del grupo quien se asomó.

Aún así había sido muy tarde.

— Lix-hyung... – dijo Jeongin antes de entrar por completo.

Pero Felix no pudo responder, al tomar esa bocanada de aire el hueso se había ido a su garganta.

No podía ni toser, era demasiado grande y no podía respirar.

Le señaló al menor su garganta y luego el durazno que quedó para dar a entender qué era lo que pasaba.

Jeongin se había puesto demasiado nervioso, no sabía cómo salvarlo.

— ¡Tengo una idea! – dijo finalmente.

Cuando los demás miembros llegaron a la casa fue Bangchan quien entró primero a la cocina.

Ahí se encontraba tendido en el suelo Felix junto con un gran charco de sangre y la garganta abierta.

A su lado estaba un Jeongin sollozante.

— No... No pude sacar el durazno a tiempo, hyung – explicó enseñándole el hueso en su mano ensangrentada.

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ABC de la muerte  | Finalizada |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora