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Después de caminar un rato, llegaron al centro comercial.

—¿Dónde vamos primero?— preguntó Jiyeong emocionada, observando a su alrededor.

—Uhm... quiero comprarte lápices.— comentó Saebyeok, y se dirigieron a una tienda de papelería.

Sin embargo, había una fila en la tienda, por lo que tuvieron que esperar un poco.

—Elige algo mientras tanto, si quieres puedo comprarte también una libreta nueva...

Jiyeong sonrió y corrió hacia una sección de lápices de colores pasteles. Sin dudarlo, agarró un set y corrió de regreso hacia Sae, quien esperaba en la fila.

—Estos me gustan, tienen colores lindos.— sonrió Jiyeong y le entregó los lápices a Saebyeok.

—¿Solo eso? Está bien.— aceptó Saebyeok, y llegó el momento de pagar.

—Buenas tardes, ¿qué les gustaría comprar?

Saebyeok entregó la caja de lápices.

—Serían 30 wones.

Kang suspiró y sacó el dinero, luego lo entregó y salieron de la tienda.

—Toma, lápices nuevos. Cuídalos muy bien.— le entregó la caja a Jiyeong.

Ella besó la mejilla de Sae.

—¡Gracias! Prometo cuidarlos como si fueran un perrito.

Sae sonrió, pero de repente estornudó varias veces.

—Perdón...— se refregó los ojos.— ¿Podemos ir a tomar algo?— sonrió.

Jiyeong asintió y ambas se dirigieron a Starbucks.

—Ve a sentarte, yo pido todo.— le dijo Sae a Jiyeong.

—Está bien, estaré en las mesas de atrás.— sonrió y se fue a sentar.

Sin embargo, esa decisión resultó no ser la mejor. El café estaba frío, estaban en la terraza, y el día estaba nublado, sin abrigo.

Mientras Sae tomaba su café helado, tosía un poco, aclaraba su garganta o estornudaba.

—Sae, ¿estás bien? Has estado estornudando y tosiendo. ¿Estás resfriada?

—No, claro que no, no suelo resfri-

Estornudó de nuevo.

—No suelo resfriarme, solo es alergia.

—Sí, alergia... No te escapas, cuando lleguemos a casa, te vas a descansar en la cama, punto.

Saebyeok frunció el ceño.

—Pero eso suena aburrido.

—Una vez me dijiste que estás acostumbrada a aburrirte.

Kang entrecerró los ojos, era cierto.

—Ahora sí te conviene tener buena memoria, ¿verdad?

—Ya no importa, llegarás a descansar, y otro día iremos a ver a Cheol. No puedes ir así.

Sae se echó hacia atrás.

—Me siento caliente.— dijo Sae.

—¿D-De qué manera...?— la menor se sonrojó.

—Tengo fiebre, baja las hormonas.

Jiyeong no dijo nada y tomó su café. No podían quedarse allí, a menos que quisiera que Sae se sintiera peor.

She ; JibyeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora