63

893 122 55
                                    

Cabe destacar que todo esto había ocurrido a las 2:00 a.m., lo que explicaba la reticencia de Saebyeok a abrir la puerta en un principio.

Jiyeong regresó con comida rápida y la sirvió. Taeyang no había comido en todo el día, y por lo general, comía poco. Además, Jiyeong le sirvió un té con un poco de agua fría, ya que sabía que a Taeyang le gustaba así. A pesar de que eran alrededor de las cinco de la mañana, sabían que no podrían dormir después de todo lo que había sucedido.

La mano de Taeyang temblaba como si estuviera en medio de un terremoto cada vez que levantaba los palillos para comer. Estaba visiblemente tenso y aún lloraba.

Saebyeok no hablaba, estaba sumida en sus pensamientos mientras intentaba de alguna manera pedir disculpas a Haneul en su mente.

Jiyeong, por su parte, se sentía perdida y sin saber cómo actuar ante la situación.

Taeyang solía tomar té frío, y Saebyeok lo sabía. Cada vez que tomaba un sorbo de té, parecía sumirse en pensamientos nostálgicos.

Finalmente, el pelinegro rompió el silencio.

—Jiyeong, Sae... —susurró.

Ambas lo miraron.

—Perdón...

Se disculpó otra vez y comenzó a llorar, cabizbajo.

—Casi arruino su relación porque mi hermana me asustaba a veces... —estaba a punto de arrodillarse para pedir disculpas.

Sae y Jiyeong negaron al unísono.

—No, no, tranquilo. No fue tu culpa. Estabas asustado e indefenso. —La rubiecita le dijo con voz suave, aunque estaba nerviosa.

Pero pronto, Taeyang comenzó a hiperventilarse, temblaba y se sostenía la cabeza con las manos. Su llanto no le permitía respirar por la nariz.

Estaba experimentando un ataque de ansiedad, y las chicas no sabían cómo actuar ante ello.

—Ven, ven...

Kang tomó su temblorosa mano y lo llevó a la habitación, cerrando la puerta con cuidado y sentándolo en la cama.

—Bien, cierra los ojos, respira, cuenta hasta diez.

Saebyeok tomó su mano y él siguió sus instrucciones.

Ella estaba improvisando, no sabía qué hacer en ese momento.

—Lo estás haciendo bien, sigamos contando...

Contaron un minuto más, contando de cinco en cinco, luego veinte en reversa.

—¿Recuerdas cuando fuimos a recoger moras en el bosque y nos quedamos mirando el río? —preguntó Saebyeok, y el chico asintió—. Genial, piensa en eso. Recuerda cómo veíamos los peces pasar...

Mientras tanto, Jiyeong mordía nerviosamente sus uñas, indecisa sobre si debería entrar o no. Sabía que no debía interferir si ambos estaban tratando de calmarse mutuamente. Sin embargo, después de 20 minutos, comenzó a preocuparse de que algo hubiera salido mal, y decidió abrir la puerta de la habitación solo un poco para espiar.

Lo que vio fue a Saebyeok de rodillas en el suelo, acariciando la cabeza de Taeyang, quien había caído en un sueño reparador con su cabello despeinado.

She ; JibyeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora