01|Atardecer

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—Hana tu turno acabó —avisó alzando la voz.

—Está bien —grité por igual quitando mi delantal.

Pasé mi mano por mi frente quitando el muy poco sudor que se acumulaba en ella, caminé hasta los vestidores para quitar mi uniforme.

Una vez cambiada me acerqué al Señor Lee mi jefe, dueño de la pequeña cafetería donde trabajo medio tiempo.Uno de los muchos trabajos que tengo.

—Lo siento mucho Hana, hoy no podré pagarte —me miró apenado.

Definitivamente eso no estaba bien

—Pero necesito el dinero. —hablé con desesperación porque en verdad lo necesitaba.

—Lo sé, pero no tengo la paga de todos lista. Te la daré mañana sin falta ¿está bien?

No, no está bien.

—Claro Señor  —hice una reverencia.

Al salir una fresca ventisca refresco mi rostro, la luz del día sangraba hasta el atardecer. Ver el cielo anaranjado con algunos tonos rosas era una imagen preciosa.

Era un hermoso atardecer

Pero no me puedo dar el lujo de disfrutar la maravilla frente a mis ojos. Debía apresurarme.

Sin más empecé a correr hasta llegar a mi segundo trabajo de medio tiempo.

—Llegas justo a tiempo —me entregó los volantes que promocionaban al restaurante.

—Siempre llego justo a tiempo —sonrio leve tomando los volantes.

—Debes descansar  —me miró seriamente. —en la mañana estudias y el resto del día trabajas hasta altas horas de la noche, puedes enfermar si sigues así

Por su puesto que debía descansar, pero no podía

—La palabra descansar no existe en mi diccionario y no te preocupes....estoy bien —sonreí para aliviarlo.

No estaba bien, nada estaba bien

—Sabes que no creo en lo que dices, pero aún así piensa un poco ti —me regaló una reconfortante sonrisa hasta adentrase al restaurante.

Un descanso es lo que he necesitado en estos últimos años, pero no puedo permitírmelo si quiero salir adelante debo soportar  todo esto.

Con una gran sonrisa empecé a entregar los volantes a todas las personas que pasaban.

—¿Qué me asegura que lo que ofrecen es delicioso? —dijó un señor quien tomó uno de los volantes. Vestía elegantemente, su mirada era intimidante.

—Bueno hay muchas personas dentro —miró por el gran cristal que da vista hacia dentro del local, donde habían personas.  —Lo ve

—Muy bien —sonrió. —me has convencido.

Y sin más entró, quedé un poco sorprendida ya que el se veía como una persona como decirlo. Con ¿estatus alto?, no sabría como describirlo, pero el punto, su porte y mirada era intimidante pero al momento de sonreír todo eso se va al caño.

El fue amable, algo que muchas personas no suelen ser.

Seguí entregando los volantes obviamente siendo rechazada por algunos, siempre me topaba con personas que no tenían amabilidad.

Como en este momento

—¿Qué te hace creer que entraré a esa cosa llamada restaurante —me miró con inferioridad. —Y te voy a dar un consejo

Obligada >>K. Namjoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora