Capítulo 02

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Entro a la escuela quince minutos antes de que suene el timbre. Saludo a Greg con un asentimiento de cabeza, quien está aferrado a su novia como una lapa. Hago lo mismo con otros compañeros del equipo de atletismo y el taller de piano.

Lo siguiente que hago es buscarla, puedo identificar su cabello rubio donde sea. Hannah está parada frente a su casillero con los auriculares puestos, moviendo la cabeza al ritmo de la música, se me sale una sonrisita inconscientemente.

Me acerco sin pensarlo y me ubico a su lado, me enfoca tan pronto se da cuenta de mi presencia. Sus dos pupilas se topan con las mías, esboza una sonrisa gigante.

—Hola, tú —saludo. Se quita los audífonos y los guarda en su bolso. Mi frente se arruga porque está actuado de forma muy extraña, toda callada y seria.

—Ohm, ¿dónde estuviste ayer durante el receso? Te busqué, pero no estabas por ninguna parte. —Su gesto de alegría cae. Me alarmo en cuando sus ojos azules se cristalizan.

—¿Qué sucede, linda? —pregunto, sintiéndome mal porque no estuve disponible para ella. Estaba muy ocupado limpiando la comida de mi playera, por supuesto que no funcionó y tuve que ponerme un suéter encima.

—Liam, de nuevo, me dejó. —Las lágrimas comienzan a salir, sus mejillas se mojan y todos su rostro es inundado por tristeza. Se me sale el aire al escucharla.

Mi primera reacción es atraerla y refugiarla entre mis brazos, no pone resistencia. Hunde su rostro en mi cuello y rodea mi cintura. Frunzo el ceño al sentir sus sollozos y cómo se moja mi piel. Odio verla llorar por ese imbécil.

—¿Por qué fue ahora? —Intento tranquilizarla cepillando las ondas de su cabellera.

—Dijo que no le presto atención por estar concentrada en el deporte. —¿Por qué es tan difícil para ese sujeto entender que Hannah ama su equipo de básquetbol? ¿Quiere más atención de la que ya le da? ¿Para qué si lo único que sabe hacer es pisotearla?

—Es un idiota, mereces algo mejor —digo, oliendo su perfume.

Nos quedamos silenciosos por un minuto, su respiración se relaja, pero su afiance no disminuye. Sigue en el mismo lugar, y a mí me gusta cómo se siente. La he abrazado muchas veces, me pregunto si nunca se ha dado cuenta de cómo late mi corazón cada vez que está cerca.

Se echa hacia atrás con su maquillaje corrido, mis dedos vuelan y le quitan la pintura negra, ocasionando que una sonrisita se apropie de su boca.

—Y tú eres grandioso, siempre lo has sido.

No sé si piensa que ya no siento lo mismo de hace un año, me dan ganas de decirle que no puede decir cosas como esa porque todo mi interior se enloquece. Todavía recuerdo cuándo se lo dije, le mostré mis sentimientos, no obstante, no quiso tomarlos porque tenía a otra persona.

—Debo ir a clase —murmura. Asiento, aunque quiero seguir platicando con ella, sé que se pondrá como dinamita si insisto en conversar de un tema que ya ha zanjado.

Los dos caminamos por el pasillo en un cómodo silencio. Llegamos hasta su salón, le doy una mirada antes de dejarla entrar.

—En serio, si el chico no sabe valorar quién eres, no vale la pena, Han.

—Lo sé.

No estoy tan seguro de que lo sepa. Se acerca dando pasitos cortos y se pone de puntillas para depositar un beso en mi mejilla.

La veo alejarse y perderse en el interior del aula.

Me giro, levanto la vista y me encuentro con su mirada puesta en mí. Sus ojos dulces, los del chico que me arrojó el caldo. Voy a levantar la mano para saludarlo, pero deja de mirar y sigue caminando con la cabeza gacha. Tal vez no le caigo bien, no sé.

Miradas Azucaradas - OhmFlukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora