Capítulo 06

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Observo sus lindos ojos cafés.

Otra vez huele a cereza, como el día de la fiesta.

Mira a todas partes, menos a mí. Me gusta cuando se pone nervioso porque he notado que solo le pasa conmigo.

No puedo creer lo que le he dicho, pero en cuanto me abrazó y me dio las gracias, supe que debía intentarlo. ¿por qué diablos no lo haría?

Sería un estúpido si no lo hiciera.

Fluke despierta sensaciones en mí, nunca nadie me había hecho reír de cosas absurdas ni olvidar que en casa no soy feliz.

Él luce como si estuviera analizando mi petición, por un segundo me pregunto si no siente lo mismo que yo, tal vez estoy destinado a que no me vean como novio.

—De acuerdo, vamos a conocernos—dice, ocasionando que una sonrisa se extienda en mi cara. Siento el impulso de acercarme para besarlo, así que lo hago. No obstante, mis labios no se encuentran con los de él, se topan con su palma.

—¿Qué pasa? —pregunto, nervioso. ¿Ya tan rápido la cagué? Mierda, solo quería darle un beso—. ¿Hice algo malo?

Su mano todavía se encuentra entre los dos.

—Así es, hiciste algo mal, te estás saltando muchos pasos. —Sus cejas se entornan, trago saliva porque se ve enojado, aunque eso no le quita lo hermoso—. Dijiste que nos conoceríamos, no puedes besarme hasta que nos conozcamos.

Lanza una risita traviesa al ver mi estado de conmoción. ¡Se está burlando de mí!

—Eso es perverso, por lo menos dame uno chiquito. —Niega con la cabeza a pesar de que le hago un puchero de disgusto—. ¿Uno en la mejilla?

Sonríe enseñando todos sus dientes y quita la muralla que nos separa, me ofrece su mejilla, yo voy encantado a depositar un beso tronado ahí.

Sinceramente no quiero soltarlo, quiero hacer muchas cosas excepto comer; pero sería injusto porque acaba de salir de trabajar y es probable que esté hambriento. Me obligo a dejarlo libre, obtengo la bolsa plástica del compartimento trasero.

Caminamos hombro con hombro sin decir nada por el camino empedrado del parque. Lo miro de reojo un par de veces y lo encuentro sonriendo. No besarlo va a ser una cruel tortura.

—¿Podemos comer en los columpios? —pregunta con su timbre aniñado—. Por favor.

—Haremos lo que tú quieras.

Nos dirigimos a la zona de juegos, gracias al cielo está vacía, no soportaría tener que estar rodeado de niños gritones y llorones. No es lo mío, si hubiera sido otra persona, me habría negado. Es decir, ¿cómo voy a comer en un columpio? Pero Fluke hace que haga cosas que nunca haría.

Nos sentamos uno a lado del otro. No pierde tiempo, se da vuelo y se columpia. Lanzo una risotada ahogada al verlo, es tan distinto a mí. Siempre he sido un chico callado porque a mi padre no le gusta que haga ruido, me acostumbré a ser indiferente a los placeres que cualquier niño ama. No podía comer golosinas, no podía salir a jugar por las tardes porque tenía que estudiar para ser el mejor de la clase, no podía hacer nada más que seguir la rutina: clases, deporte, artes.

¿Cuándo fue la última vez que me columpié? Es muy triste porque estoy a punto de cumplir los dieciocho, no soy un anciano.

¡A la mierda!

Dejo la bolsa en el suelo y lo imito, agarro vuelo y me columpio, Fluke suelta una carcajada y un grito de euforia. Es como si estuviera en mi motocicleta.

Miradas Azucaradas - OhmFlukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora