5 años después
POV Ohm:Revuelvo los tres sobres de azúcar con la cucharilla y le doy un trago a mi café.
La vida en la universidad es exactamente lo opuesto a la escuela preparatoria, aquí sí importa si no haces la tarea, si no estudias todos los días, si no pones atención en clases; estás perdido. Es como llegar a un estanque gigante y sentirse como un diminuto pez en medio de animales más grandes.
Todos te dicen que el esfuerzo vale la pena, al principio te preguntas: «¿de verdad lo vale?», y sí, tienen razón, los desvelos y la desesperación valieron porque el día de hoy al fin puedo decir que me he graduado.
Luego viene la parte complicada, ya no es un estanque, es un maldito océano que te arrastrará si no tienes fuerza, ni metas ni convicción. Entrar a trabajar es enfrentarse al mundo, y es mucho peor que la preparatoria y la universidad. Un practicante tiene que aguantar que decenas de depredadores intenten hincarle el diente.
Es ahí cuando te das cuenta si de verdad estás haciendo lo que amas, si amas tu carrera entonces es la indicada, pues eres capaz de aguantar y de esforzarte por mejorar cada día, si no lo es... renunciarás antes de siquiera intentarlo.
Graduarse no es lo difícil, lo duro es conseguir un empleo y cuidarlo si es que quieres comer, eso no te lo explican en ningún lado, en ningún libro ni artículo, tienes que aprenderlo por ti mismo y darte cuenta de que has crecido y que es hora de luchar con tus propias manos.
Miro una vez más el reloj en mi muñeca y repaso en mi mente los pendientes: por el trabajo no me preocupo porque estoy de vacaciones; mi pequeño gato Bill se quedó en mi departamento, espero que no arañe los sillones.
De nuevo veo la hora, pero no ha pasado ni un minuto, estoy tan ansioso que los dientes me castañean y quisiera morderme las uñas.
El tiempo pasó muy rápido desde aquel día, antes de que me detuviera a ver el calendario o ya habían pasado un par de años.
Empecé a estudiar, conseguí un empleo y me mudé a un departamento, como no tenía compañía decidí adoptar un gato.
Salí con un par de personas porque Fluke me lo pidió, pero nadie hizo que olvidara aquella última mirada que él me dio en ese estacionamiento, esa sonrisa, él me estaba prometiendo que volvería, lo sabía, quería aferrarme a que lo haría, que lo vería de nuevo y lo tendría entre mis brazos otra vez.
Cuando tienes dieciocho y estás de buenas crees que puedes tocar el cielo con los dedos; si estás pasando un mal momento crees que el cielo te va a caer encima.
Eso sentía, que el cielo se derrumbaría sin él.
Me cerré a todas las posibilidades hasta que lo tuve lejos, lo extrañé como un loco, no lo resistí y le pedí una cita, aunque eso fuera estúpido porque se encontraba a cientos de kilómetros. Fluke y yo nos reuníamos todos los viernes en el videochat, me platicaba de su día y yo del mío, de sus nuevos amigos, de lo hermoso que era California, incluso me contó que había tenido una cita y había salido corriendo antes de que terminara.
Durante cinco años nos sumergimos en esa rutina, siempre sin hacer planes, ninguno quería estropear las cosas pensando en algo que no fuera nosotros. Creí que nunca volvería a verlo, por eso, el día que me dijo que regresaría, enloquecí. Esa noche no pude dormir.
Ha llegado el día, Fluke ha regresado, lo tendré cerca otra vez. Quiero reír a carcajadas, también quiero llorar. ¿Y si la conexión entre los dos ya no es igual? Los años y la distancia deben de tener un efecto, ¿no? No quiero pensar ni sugestionarme.
Vuelvo a tragar saliva, los nervios se intensifican cuando el reloj marca las seis en punto, llegará en cualquier momento.
Entonces lo veo a través del cristal de la ventana, mi corazón retumba contra mi pecho con tanta fuerza que me asusta. Me tomo un minuto para observarlo mientras cruza la calle y se acerca a mi cafetería favorita. Su cabello es más largo y dorado que antes, su piel está bronceada, se ve más grande. Es hermoso, joder.
Me pongo de pie apenas escucho la campanilla cuando abre la puerta, la adrenalina corre por mis venas. Entra pisando fuerte con sus botas vaqueras, se detiene en seco tan pronto ve que estoy frente a él. No puedo despegar mis ojos, mis dedos pican por tocarlo.
Dios, lo extrañé tanto, demasiado.
Su boca se entreabre, me estudia como si estuviera descifrándome, sus comisuras tiemblan y forman una sonrisa que me derrite.
Para mi sorpresa, Fluke corre y se me lanza, sus brazos se enredan alrededor de mi cuello, lo recibo rodeando su cintura, pegándolo a mi cuerpo como había estado esperando todo este tiempo.
Por el rabillo de mi ojo veo a una anciana que hace que recuerde el día que nos despedimos en este mismo lugar, al final ella tenía razón, el amor es simple y el destino poderoso. Hoy estamos aquí, sin obstáculos en nuestros camino, con sueños cumplidos y metas alcanzadas.
Huele a él, se siente como él, se comporta como él, como si no hubiéramos estado separados y fuéramos los mismos.
No decimos nada porque no es necesario, estoy seguro de que puede escuchar la emoción y el descontrol que ha causado en mi corazón.
Se echa hacia atrás para mirarme, observo sus ojos cafés y es como si mirara por primera vez a aquel chico que me tiró un caldo en medio de un montón de estudiantes, el mismo que me miraba a escondidas cada que tenía oportunidad, el mismo que me miró con los ojos brillantes cuando le hice el amor y el que me prometió un futuro juntos cuando volviera.
Nuestros labios se buscan, me abandono en su beso, no sabía que mi vida era amarga hasta este momento.
Al fin estamos juntos, ahora sé que estamos más enamorados que nunca, que lo nuestro es real y sincero, y que lucharemos por tener un futuro juntos.
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Ahora ya es un final feliz 🥺🥺
Nos leemos gente, se les quiere... <3
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Miradas Azucaradas - OhmFluke
FanfictionA lo largo del día pasan muchas cosas en la vida de Fluke: pelea con esos odiosos trolls a los que llama hermanos pues lo molestan porque le gustan los unicornios, se quiebra la cabeza en la clase de matemáticas, hace como si no le importara el divo...