Capítulo 22

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Es viernes y el señor Pimiento está más lleno que un hormiguero, el escándalo llega hasta la cocina, lo cual es bueno pues las ventas habían decaído un poco las últimas semanas. Los dueños del restaurante decidieron hacer algo para que el interés de las personas regresara. El señor Hest puso una nueva área de juegos en una de las esquinas, hay dos mesas de billar, el rumor se corrió rápido entre los jóvenes del vecindario, han venido toda la semana, son las mismas caras una y otra vez.

Yo me mantengo en mi lugar, escondido junto a la estufa llena de aceite con mi sombrero de doble queso porque temo que alguien conocido me vea en uniforme, sé que luzco apetecible vestido de hamburguesa, por eso no quiero levantar tentaciones.

El día de hoy me toca estar en la parrilla junto a uno de mis compañeros, él voltea las carnes y yo las lleno de queso, después de que se derrite las saco y se las paso a otro. Me concentro en lo que estoy haciendo hasta que una voz me hace saltar del susto.

—Fluke... —Le doy una mirada de soslayo a Poppy una vez que me recompongo—. ¿Podrías cambiarme el lugar?

Se nota que le incomoda pedírmelo, señala con su barbilla el área para hacer los postres, Jackson está ahí haciendo algo en la licuadora. Ahogó una sonrisa en mi boca aplastando mis labios.

—¿Recuerdas aquel día que te pedí que me cambiaras tus mesas por las mías? —Su frente se arruga, chasqueo la lengua y me encojo de hombros con diversión—. Así que mueve tu culo, reina, ve a tu lugar si no quieres que le diga al viejo Hest que no estás haciendo tu trabajo.

Me siento mal haciendo eso, pero creo que es muy divertido que quiera alejarse de él cuando es más que obvio que se siente atraída. Mi compañero lanza una risa burlona, haciendo que Poppy golpeé el suelo con su pie como si fuera una niña pequeña haciendo un berrinche, se gira y camina con pasos apretados hacia la mesa metálica de los postres, separándose exageradamente de Jack, quien voltea a verla con insistencia e intenta acercarse a pesar de que Poppy se aleja cada vez que avanza. Es gracioso.

Los minutos pasan y se convierten en horas, cuando es la hora de la salida, me quito el delantal y voy y lo cuelgo al armario. Me quito el sombrero y lo aplasto colocándolo entre mi brazo y mi costado.

Salgo por la puerta trasera junto con dos empleados más, la mayoría ya se ha marchado, aunque no importa pues papá dijo que me recogería y me llevaría a casa de mamá. Voy distraído tarareando una canción, sin embargo, cierro el pico de golpe al escuchar un gritillo de frustración. Escondida entre las sombras, como un vampiro, observo a Jackson discutiendo con Poppy, él le agarra el brazo y ella se sacude para soltarse. Ladeo la cabeza con curiosidad, ¿por qué está tan enojada con Jack si es tan bueno?

No puedo escuchar lo que dicen, ella termina soltándose, se aleja por la avenida dando pasos largos y dejándolo estancado en el suelo. Entonces me acerco, silencioso y me coloco a su lado mirando la melena oscura de Poppy.

—¿Qué ocurre? —pregunto. Lo veo saltar del susto y llevarse la mano al pecho para controlar sus respiraciones aceleradas, me mira con reproche—. ¿Qué? No tengo la culpa que tu corazón tenga el tamaño de un pollo y se asuste con mi voz.

—Saliste de un callejón oscuro, discúlpame por pensar que alguien quería asesinarme —contesta. El malhumor se percibe con facilidad en su tono, Jack suspira y se talla la cara con las palmas—. Perdón, Poppy me está volviendo loco.

—Te entiendo, a mí Ohm también me vuelve loco —murmuro.

—¿Qué pasó? —cuestiona. Salimos de la oscuridad, nos acercamos al borde de la acera y nos sentamos en el filo del escalón, espero que no pase ningún coche pues no quiero que apachurre mis pies.

Miradas Azucaradas - OhmFlukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora