Capitulo 5

21 4 0
                                    

Celeste

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Celeste.

Muy celeste, claro y limpio

Frio. Tierra fría debajo de mí.

Observe por unos momentos más el cielo sobre mí, sintiendo como el frio comenzaba a entrar a través de la ropa. Había estado tendida ahí por, ¿Minutos? ¿Horas? No lo sabía, pero no me importaba.

Tome una fuerte inhalación, el olor del bosque, madera y flores silvestre. Escuche el suave murmullo del rio a distancia, más el canto de unas aves y, las pisadas rápidas...

Me gire sentándome y vi a mi mellizo corriendo hacia mí. A pesar de su edad siempre se veía más mayor de lo que en verdad era.

—No funciono. —soltó rápido, sus ojos demostrando su desespero.

Me levante rápida, y juntos comenzamos a correr a donde sabía que estaría la causa de su desesperación y pronto de la mía. Me detuve cuando lo vi, la soga en el suelo, las piedras dispersas y la jaula de ramas rota. El animal había caído pero se había escapado.

Era lo único que nos pidieron, lo único y habíamos fallado. No quise pensar en lo que pasaría, quería pensar en lo que tenía que hacer para que el animal no escapara, y lo hice como las otras veces, el peso para que la jaula dejara preso al animal, el cebo...

Pero la jaula, no, era la jaula. Tenía que ser de algo más duro y fuerte.

Cerré los ojos cuando escuche el sonido de la cachetada sobre la mejilla de Trevor. Comencé a titiritar, no era ella, era el...

—Eres un completo inservible. —escupió jaloneando del pelo rubio a mi mellizo.

—Yo... Yo...—comenzó a tratar de hablar Trevor pero otra cachetada más fuerte que la anterior lo callo.

— ¡No! ¡No quiero que te disculpes! —Grito colérico tomando a Trevor del cuello para luego empújalo.

Trevor cayó de trasero y yo no pude evitar caer arrodillada a su lado, la sangre salía de su labio roto por los golpes y manchaba su barbilla. Lagrimas se derramaban pero sus ojos estaba llenos de ira, y eso era lo que él quería.

—Sí, imbécil. Eso mismo. —alentó acercándose a nosotros, lo sentía detrás de mí.

No tiembles. No lo hagas. No tiembles.

Pero era casi imposible no hacer si lo tenía tan cerca, no podía moverme presa del pánico. Sentía sus emociones oscuras encima de mí, queriendo impregnarme de ellas, convertirme en él.

—Al cuarto. —sentencio levantándose y agarrándome del brazo.

Grite presa del pánico. ¡El cuarto no! Se giró molesto y alzo su mano, cerré los ojos tratando de alejarme para evitar el golpe. Pero no llego, mi brazo fue sacado a la fuerza de su agarre de hierro y fui jalada a correr.

Bajo La Piel (Saga Kincaid 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora