19|Te necesito

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«Una promesa es el valor que le confieres a las palabras, y las palabras, se las lleva el viento».

♡♡♡

Nicholas:

«¿Callen? ¿Qué hace ella aquí?»

No, no, no, ¡maldita sea! Ella no.

Todo iba bien, tenía a Trevor donde quería, Ewen debe estar recogiendo miles de libras solo por esta pelea. Todo iba jodidamente bien hasta que esos enloquecedores ojos grises se cruzaron en mi camino. Me pierdo en ellos por unos instantes mientras intento descifrarlos, encontrar al menos una señal que me indique «no huiré»

No deja de mirarme con sus ojos, analizadores. El brillo que antes distinguía fue sustituido por un cóctel de emociones que, por más miedo que sienta de perderla ahora mismo, no puedo evitar sentirme como el mayor imbécil de todos.

No tenía que enterarse así, debía ser yo quien le diría, pero; ¿cuándo? Soy un maldito cobarde, no la merezco. Lo intenté, joder sí que lo intenté, pero un pequeño rayo de luz no puede fulminar sombras.

El reloj caminaba, faltaban dos minutos para terminar el asalto. Iba a ganar; sin embargo, mi puño se detiene. No tengo idea de que puede estar pasando por su cabeza, a tan solo unos metros presenció una parte de mí que me negaba a que conociese.

Abruptamente dejo de pelear. Escucho abucheos al fondo del público, los apostadores gritaban exaltados y yo seguía inmóvil pendiente de una sola persona entre tantas. Me resulta imposible concentrarme sabiendo que ella estaría observando. La sigo con la mirada, cada gesto, algo que me indique si saldrá huyendo de mí.

Pasa justo lo que tenía, entre la multitud da media vuelta y con paso seguro, avanza hasta la salida. Mi primer reflejo es salir del ring; en cambio, el hombre que tenía frente a mí, con sus pocas fuerzas intenta golpearme. El primero tomó dirección a la parte baja del estómago. Conforme se fue recuperado, la intensidad iba en aumento.

El más agudo, que provocó la doblez de mi abdomen y una mueca de dolor no voluntaria, fue el gancho en las costillas izquierdas. La pelea cambió de rumbo y ahora era Trevor quien amedrentaba contra mi cuerpo. Lo más curioso es que no hago nada para detenerlo. Tenía mi mente en función de una sola cosa: buscar a Elizabeth, necesito detenerla, explicarle, por muy inútil que parezca.

Intento, una vez más, salir del cuadrilátero; pero Ewen me detiene.

—¿Qué rayos sucede contigo, muchacho? Te juro que como salgas de ahí, tu madre no será la única que sufra las consecuencias.

Me importa una mierda. Ya no me importa nada, solo quiero verla.

Decido a salir, un disparo me sorprende y mi primera reacción es salir corriendo en busca de Elizabeth. A raíz de eso, el panorama de tornó de violencia y desgarradores gritos, a consecuencia de las malditas apuestas. Todos corren en distintas direcciones, el caos aparece en un instante nada más al escenario aparece un arma blanca. Dos hombres se debatan a tiros, cosa muy normal en el tráfico de drogas. Justo por eso no quería que Liz presenciar esto. No debería hacerlo.

Corro por los pasillos, desesperado, pensando en si está bien. Debe estar aterrada, verme en ese ring y ahora esto... El miedo de perderla está más fuerte que nunca y se clava en el pecho, el maldito no me deja respirar.

Detrás de uno de los contenedores, una cabecita pelirroja asomaba y mis manos tensas corrieron a sujetarla y lanzarla a mis brazos. Necesitaba sentirla, pero su reacción no fue la misma. Apartó mis brazos de su cuerpo casi al momento del primer contacto, y dio un paso atrás.

Voces del Otoño © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora