15|Primera vez

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«Solo tengo certeza de una cosa: el deseo le gana a la razón».

♡♡♡

—¿Elizabeth?

¡Mierda! ¿Él es Batman o qué? Concéntrate, si no pareces nerviosa no puede meterse en tus bragas, digo cabeza. No puede meterse en tu cabeza.

—¿Nicholas? —Respondo en el mismo tono, cuestionando su presencia, haciéndome la ¨desentendida¨. Vale sé que no cuela, pero al menos hay que intentarlo.

«Sí, muy casual, la acosadora pidiendo cuentas al acosado»

—¿Qué haces frente a mi apartamento?

—¿No te gustan las visitas?

—No estoy para juegos. Dime qué quieres.

—A ti.

Vale eso no me lo esperaba ni yo. Mi respuesta lo toma completamente por sorpresa y con la guardia baja. Si quiero averiguar algo este es el momento perfecto.

—¿Me invitas a pasar?

Está nervioso, puedo notarlo. Traga saliva cuando le hago la pregunta y me esquiva la mirada. Duda un momento antes de sacar sus llaves del bolsillo y abrir la puerta. Su mano derecha al girar el pomo desvela unos moretones y algo de sangre seca en su muñeca.

Me pregunto; ¿qué habrá pasado? ¿Acaso se peleó con alguien?

Hace un ademán para dejarme pasar y le sigo, cerrando la puerta detrás de mí. Ahora sé que no hay marcha atrás y aunque me cueste admitirlo, un escalofrío me recorre la espina dorsal de solo pensar que estoy a solas con él. Esto no puede terminar nada bien.

Me quito la chaqueta de cuero negra y la dejo en el brazo del sofá.

—Traje tu chaqueta, pensé que igual la querías de vuelta.

No dice nada. Su silencio me estremece y a la vez me confirma que, por una noche, tengo el control.

Bien Liz, primera pregunta...

—¿Por qué me seguiste hasta Brixton?

—¿Cómo sabes...?

—Venga Elizabeth —Se ríe, sin embargo, no me busca con la mirada, de hecho, trata de esquivarme desde que tropezamos en la escalera.

—Una niña pelirroja al oeste de Londres, sola. Desde luego no es algo que se ve todos los días, sobretodo porque las chicas comunes suelen estar un poco más cuerdas.

—Yo pensé que había quedado claro que no soy una chica común.

—Yo sé eso incluso antes de que tú misma te dieses cuenta.

Observa mi cara de confusión, la oscuridad en la habitación no me permite detallarlo tan bien como quisiera, solo puedo ver sus ojos avellana con un brillo peculiar observándome desde las sobras.

—Por cierto, Maksim te manda saludos —No puedo verle, pero estoy segura que tiene una expresión de burla en su rostro. Seguro habla del calvo grandullón y piensa que me intimidó, pero está equivocado.

«Bueno, un poco sí lo hizo»

Pero eso él no lo sabe.

—Maldito ruso bocazas —Refunfuño para mis adentros.

Me acerco un poco más, acortando la distancia entre nosotros. Estaba apoyado en el espaldar del mueble, ignorándome por completo, pero no por mucho tiempo. Su pulso se aceleró cuando tomé sus muñecas para examinarlas.

—¿Qué te pasó? ¿A quién golpeaste para tener sangre en los nudillos?

—No tengo por qué darte explicaciones Elizabeth.

Voces del Otoño © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora