«El pasado termina convirtiéndose en nuestra peor pesadilla».
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Nicholas:
—Dime que no te irás Elizabeth. No esta vez —Le ruego entre susurros y me aferro a su pequeño cuerpo.
La traigo hasta mi pecho e inhalo el aroma de lavanda de su cabello rojizo. Es una tortura tener clavado su esencia en la punta de mi nariz para que luego se vaya dejándome con el recuerdo de que la sostuve en mis brazos toda la noche.
Me niego a dejarla ir cuando es lo único en este mundo que me trae paz. Siento que todo se puede ir a la mierda en cualquier instante, pero vale la pena cada jodido segundo que paso al lado de esta niña pelirroja que consigue hacerme olvidar quien soy con tan solo una palabra, hasta volverme esclavo de sus labios.
—No pienso irme a ningún lado Nicholas —Justo eso necesitaba escuchar.
Le doy un beso casto en el cuello y la envuelvo entre mis piernas, aunque quisiese no puede escapar, no de mí, nunca más.
Comprobé por mí mismo que cada vez que me alejo e intento no pensarla, vuelve para pegar más fuerte y con todo en mi débil razón.
Tengo más que claro que no soy el hombre perfecto para ella, pero sí el que está dispuesto a luchar, incluso consigo mismo, solo por verla sonreír.
Apago la luz de la lámpara de noche y me acomodo a su cuerpo. Roza su trasero contra mi entrepierna, tomándome completamente desprevenido, acompañado de un gemido ahogado. Sus manos jugueteaban con las sábanas y seguía tan inocente, tan pura, sin tener la menor idea de todo lo que provoca con tan poco.
—Vamos a dormir pecosa —Hace un gesto de negación con la cabeza, en parte tentándome y por otra dejando ver sus claros deseos —Como te sigas moviendo tendrás que dormir toda la noche con una erección pegada a tu trasero, porque las ganas no te las voy a quitar.
—Buenas noches, Nicholas —Responde, dada por vencida, llevando uno de mis brazos a la altura de su pecho.
—Buenas noches, pelirroja pervertida
—No soy...
—Shhh. Dulces sueños —Beso su cabeza y me pierdo en el silencio acompañado de su respirar y los latidos de tu corazón.
Cierro los ojos, la calma que me trae su sola presencia es indescriptible. En cambio, cuando por fin me rindo ante el sueño, las pesadillas vuelven a apoderarse de mí.
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La penumbra de la noche corrompía hasta el alma más pura, ahora expuesta a vicios que reclamaba el deseo casi incontrolable de tener una vida a la merced de su puño.
El estruendo de la puerta principal al cerrarse irrumpe el conticinio delatando a la esposa esperanzada, que contaba los segundos de la manecilla del reloj.
Corazón alerta, un nudo en su garganta, otra vez observaba al monstruo abrirse paso por los pasillos, con la embriaguez asomando por su boca y las balas de palabras obscenas arremetiendo contra ella. Un ángel aguardaba en la cocina, sumisa y con alas rotas a expensas de sobrevivir, al menos una noche más.
Se acercaba a paso lento, haciendo crujir las tablas de madera del suelo. Las muñecas de quién se hace llamar su esposo, se clavan en sus hombros en busca de la redención. Da una bofetada a Faith acompañada de insultos que usa como defensa cuando su hombría se oculta del sol. Ella no se defiende, aceptó su condición.
Un pequeño asomaba desde la puerta de su habitación, su miedo era más que perceptible y sus ojos no podían cerrarse producto a los vasos de cristal que se estampaban contra el suelo. Con sus manos tapaba sus oídos, negando la realidad que vivía una y otra vez. Sentí mi corazón detenerse junto al de aquel niño cuando, el hombre que yacía a unos metros del pasillo toma de la mano a su mujer, llevándola hasta la habitación donde, cada noche, los alaridos de dolor eran interminables.
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Voces del Otoño © [✓]
RomanceBilogía "Entre equinoccios" [Libro #1] ... Él esconde un secreto. Ella pone en riesgo su vida por descubrirlo. Enamorarse no es una alternativa; pero cuando el deseo es más fuerte, el pasado es devastador. ... Nicholas se encargó de construir una fa...