18|Subterráneo

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«En ocasiones, hasta nuestros propios ojos nos engañan».

♡♡♡

Natalia:

Viernes, 8:00 pm.

Escucho los estruendosos zapatos de Liz alejarse de la habitación. Poco después tomo mi bolso, mi tabaco, las llaves y salgo echando leches de allí. No le comenté que me encontraría con Erick, de hecho, ni siquiera sabe qué hace una semana nos acostamos. Seguro hubiese soltado algún rollo hippie suyo acerca del amor y esas ñoñadas que te vuelven lerdo, para mí es solo sexo. Decirle mis extraños sentimientos solo mataría lo que sea que somos en este momento; y no lo quiero así.

En primer lugar, es patético y en segundo, si le dijese a la calabaza que solo follo con Erick... ya me estaría poniendo mala cara. Sí, soy la Grinch del amor, según mi cursi amiga.

«A veces pienso que vomita arcoíris»

No pasaron veinte minutos ya estaba en la entrada del edificio donde vive Erick. Lo cierto es que no tengo invitación, solo dijo ¨ven cuando quieras¨. No tengo ni puta idea de por qué escogí este día, ni si quiero esto. Pero ya estoy aquí y no voy a dar marcha atrás. Sé que estos encuentros solo van a volver nuestra ¨amistad¨ tóxica, pero antes de que me rechace por un impulso absurdo de mi parte prefiero seguir como estamos.

Subo las escaleras hasta del tercer piso donde se encuentra su departamento. Una vez enfrento la puerta me encuentro con mis manos temblando.

¿Qué coño me pasa? Es solo Erick y ya está.

Al final decido tocar la puerta y lo que descubrí tras ella me tomó completamente por sorpresa. Ver la cara odiosa de Grace supuso un dolor agudo en el pecho, mil preguntas en mi cabeza, pero todas giran a la misma: ¿Por qué está ella aquí?

—¿Te puedo ayudar en algo? —dice con tono de burla y cinismo.

Sus ojos me escanean con cierta superioridad y aunque me sienta la mayor estúpida ahora mismo, no pienso demostrárselo.

Viste con una camisa de Erick que conozco perfectamente pues tiene el nombre de su banda favorita. Dirijo la mirada un poco más allá de su horrenda cara y me encuentro con un chico desnudo durmiendo a pierna suelta en el sofá. Lamentablemente era ese imbécil al que me iba a declarar, aún con miedos iba a hacerlo, pero el destino me dio una buena patada en el trasero.

—Solo venía a buscar mi sujetador que se me quedó la otra noche. Supongo que puedo venir más tarde.

—No pierdas tu tiempo, bonita, después de lo de hoy ni se acordará de ti.

—¿Perdona?

—¿Por qué no buscas otro juguete? Erick solo te utilizó para pasar el rato y se nota a kilómetros que babeas por él.

—No tienes ni puta idea de lo que estás hablando...

—Shhh. Cuando las mujeres hablan las putas se callan y yo aún no termino.

—¿A quién llamaste puta? ¿Eh, maldita zorra?

—Pensé que ya tenías superado el hecho de que toda la universidad te diga así. Parece ser que no. Aunque bueno, a Erick tampoco lo superas.

—Escúchame Grace, no quiero hacer un escándalo aquí porque ese no es mi estilo, pero como siguas hablando sería un placer arrancarte las extensiones de tu cabeza.

—Si es que de lo que se come se cría, no hay más que ver a tu madre. Una puta y alcohólica como tú.

«¡Qué coño, si aquí no me conoce nadie!»

Voces del Otoño © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora