𝐕𝐢𝐝𝐚 𝐩𝐚𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚 | 𝐂.𝐑.𝐎

11

Tomas Campos

Miré con Lian poco a poco se quedaba dormido en el pecho de Ariana, ella se acomodó en la silla y lo acostó bien, Lian se acomodó quedando completamente acostado en su pecho.

Sonreí por lo tierno de la escena.

—Se te cae la baba, mula—dijo Mauro haciendo que lo miré raro—¿Qué?—preguntó.

—¿Mula?—pregunté riendo.

—Me meto a Omegle para hablar con personas de otros países y me enseñaron eso, qsy, déjame ser feliz, Tomas—dijo y yo largue una carcajada por lo último.

—Pero volviendo al tema, no negaste el que se cae la baba—dijo dando un giró dramático para apuntarme con la espátula.

—No se, pensa lo que queras—dije rindiéndome.

—Te enculaste—dijo sonriendo.

—Mauro, háblame en argentino, por favor—dije y el rodó los ojos mientras hacía papas fritas.

—Te enganchaste—dijo.

—Nahh, supongo que solo es un momento—dije.

—¿Qué te gusta de ella?—preguntó parándose como una vieja chismosa.

—Supongo el que trate a Lian bien, también es bonita físicamente, pero si hacen las cosas bien con Lian es ganarse un mil de diez, pero no creo que me guste, solo mi hijo esta siendo feliz y yo soy feliz por eso—expliqué moviendo mis manos de un lado al otro.

—Ahhhh, ya entendí—dijo moviendo las papas fritas—¿Solo la miras como alguien que hace feliz a tu hijo?—preguntó y asentí—Entonces no te gusta—dijo.

Negué.

—Bueno, no sé—dije.

Mauro Lombardo

Al pendejo este le gusta Ariana, a mi no me miente, yo lo se todo.

Dejamos de hablar cuando yo seguí cocinando y el se puso a ver el celu.

Estos pendejos de hoy en día no sueltan el celular.

Miré de reojo y Tomas miraba a Ariana, se la estaba comiendo con la mirada, no disimula.

Me volteé y le pegué con la espátula en la nuca.

—La puta que te parió—habló bajo.

—Tenías un mosquito—dije sonriendo inocente.

El me miró enojado y yo seguí sonriendo, hice una posé mientras agarraba el delantal con 1.500 de antigüedad, escuché la risa de Lian, los dos miramos y el niño me miraba.

¿En qué momento llegó?

—¿Por qué usas un delantal de mujer?—preguntó, Tomas hizo una mueca antes de regañarlo.

—Los delantales no los usan solo las mujeres, Lian, también lo pueden usar los hombres u otras personas que no se identifiquen con ninguno de los dos géneros, ultima vez que te escuchó diciendo eso—regañó y el niño miró el piso jugando con sus dedos.

—Perdón—dijo apenado.

—No pasa nada, pero última vez que te escuchó diciendo eso—Tomas repitió, Lian asintió y se le tiró a los brazos.

Ese niño amaba correr y tirarse a los brazos de cualquier persona, yo digo que va a terminar secuestrado.