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Tomas Campos

Relamí mis labios al ver como Ariana bailaba al ritmó de la música, su cuerpo se movía demasiado bien, sentía el gran deseo de ir y hacer que miren que es mía.

Miré a su alrededor, pibes miraban, murmuraban y hacían muecas de ir a bailar con ella.

Tomé lo último que le quedaba a mi bebida en un solo tragó, mi cuerpo se levantó haciendo que Mauro me mire sin entender, caminé hasta posicionarme detrás de Ariana, ella miró y se encontró con mi mirada.

Sonrió y siguió bailando tranquila, tomé su cintura pegándola a mi, ella volteó y pasó mis manos por mi cuello.

Tomé su rostro y uni nuestros labios, ella intensificó todo cuando atrajo mi cuerpo a su cuerpo, tuve que hacer fuerza para no tambalearme con su inesperada acción.

Se separó de mi haciendo que la miré confundido.

—Acá no, Campos—habló sonriendo maliciosamente.

—Ariana, no me hagas esto—hablé viéndola.

Se empezó a separar poco a poco mientras sonreía.

—Lo hice—habló, se dió la vuelta y empezó a caminar, suspiré.

Mi cuerpo se movió rápido, le di vuelta haciendo que ella me miré, tome de nuevo su rostro y junté nuestros labios, baje una de mis manos a su cuello dejándolo ahí a un lado, una de sus manos se posicionó en el lugar en el que tengo el tatuaje de la rosa, la dejo ahí, como amo que hagan eso.

—No estes jugando con fuego—hablé cuando me separé, sus labios hinchados y húmedos hacían que quisiera volver a besarlos.

—¿Me puedo quemar?—preguntó viéndome a los ojos.

—Te podes quemar, Ariana—afirme.

—Yo no le tengo miedo al fuego—habló y yo levanté una ceja. Tomó mi rostro y volvió a besarme, bajo sus besos hasta mi cuello y dejo marcas en el.

Ella sabía perfectamente que mañana iba a una entrevista.

𝐕𝐢𝐝𝐚 𝐩𝐚𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚 | 𝐂.𝐑.𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora