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Tomas Campos

Mis pasos se volvieron rápidos al cruzar la puerta del estudio.

Moneda de mierda.

Llegué a la puerta de la pieza de Mauro y Iara, miré al primer nombrado con cierto miedo e inseguridad, el me apuntó y dijo algo que no entendí ya que no emitió ninguna palabra, solo hizo la mueca con sus labios.

Tomé la manija de la puerta, la pensé unos segundos antes de que Mauro me metiera un saque en la nuca, abrí haciendo que las dos chicas adentro de la habitación volteen rápido.

—Tomas, necesito hablar con vos—escuché como Ariana dijo con cierto nerviosismo.

Ella estaba de pie mirándome, caminé rápido, quedé enfrente de ella haciendo que miré hacía arriba, soy más alto que ella.

Tomé su cuello haciendo que sintiera una electricidad al tener contacto con ella.

Me acerqué a su rostro, intentó decir algo, pero sus palabras no salieron, tragó saliva, corto toda distancia entre nosotros, sus labios tardaron un toque en seguirme el ritmo, pude sentir sus manos subir a mi nuca cuando yo las baje a su cintura pegándola a mi.

Escuché como la puerta se cerraba y luego como Iara y Mauro hablaban mientras bajaban las escaleras.

Hice que chocara con la orilla de la cama cuando la empujé un toque.

Hizo que me diera vuelta y cayera en la cama, subió a mi regazo mientras sus labios seguían juntos moviéndose junto a los míos.

Suspiró fuerte cuando mi mano pasó sobre todo su abdomen hasta llegar a la parte superior, sus manos pasaron a la orilla de mi remera, se separo de mi cuando la quitó, desabroche su remera lentamente haciendo que ella reniegue, la quitó completamente haciendo que ella quedé en corpiño. Tomé su rostro besando sus labios y luego bajando hasta su pecho, deje marcas, ella me pegó levemente cuando lo hice.

Desabroche su pantalón mientras ella besaba mi cuello, se levantó un toque para que tuviera la facilidad de quitárselo , cuando estaba apunto de hacerlo alguien tocó la puerta haciendo que los dos volteemos.

Ella se quitó rápido y se sentó a mi lado, se puso la camisa, y abrocho su pantalón.

—¿Quién?—pregunté.

—Yo—la voz de Neo se escuchó—bajen—dijo.

—¿Tiene que ser ahora?—pregunté.

—Si—respondió el.

Escuché sus pasos bajando las escaleras.
Suspiré.

—Veni—la voz de Ariana se escuchó haciendo que volteé.

Caminé hasta ella y bese sus labios, ella se levantó y se separo de mi, renegué haciendo que ella ría.

Abrió la puerta y salió de la pieza, la seguí y caminé a su lado tomando su mano, me hice el inocente cuando ella me miró, no dijo nada solo sonrió.

𝐕𝐢𝐝𝐚 𝐩𝐚𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚 | 𝐂.𝐑.𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora