Capítulo 4.

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Me siento al lado de Nathan con mi celular en mi mano, estornudo levemente y el se aleja un poco de mí. Lo miro mal.

–¿Qué? Aun estás enferma – se defiende.

–Mejor agradéceme que estoy aquí – mascullo. –Bueno, venía a decirte que ya organicé todo para mañana – le informo.

–Que eficiente que eres – asiente mirando mi celular viendo todo lo que tengo planeado.

–Bueno tu me diste la idea y yo solo la termine de elaborar – sonrío. –Además es muy lindo que ocupes esa clase de recuerdos... puedes ser lindo cuando quieres – lo molesto.

Él rueda lo ojos.

–No molestes, niñita – se aleja de mí.

–¡Ya no soy una niñita! – exclamo.

–Te sonrojas como cuando estabas más pequeña – comienza a reírse.

Me cruzo de brazos.

–No voy a ayudarte, Jodete – mascullo.

–Si Eleanor vive infeliz por no casarse conmigo, será tu culpa – señala.

Abro mi boca ofendida.

–¡Me manipulas! – exclamo.

–Uno de mis talentos de soldado – se acomoda en el sofá cerrando sus ojos.

Suelto un bufido y me levanto para irme a la habitación donde dormiré, en el pasillo me encuentro con Daimon y me detengo para mirarlo.

Esta sin camisa.

¿Daimon tenía esos abdominales?

–Buenas noches – dice rompiendo el silencio.

Asiento en respuesta y me voy a mi habitación, siento mis mejillas un poco sonrojadas y sacudo mi cabeza.

05 de abril, 2048.

Tomo un poco de mi vaso con jugo y salgo de la casa para poder indicarle a los trabajadores donde deben preparar todo.

–Ahí deben armar todo – les indico. –De igual forma me quedare aquí para poder indicarles como dejar todo – aseguro.

Ellos comienzan a trabajar y yo los observo hacerlo hasta que siento a alguien mirarme, me volteo creyendo que puede ser mamá, pero es Daimon quien está en dentro de la playa bañándose.

Dejo de mirarlo de inmediato en el momento que recuerdo su abdomen.

–No estaba así la ultima vez que lo vi – alego conmigo misma. –Pero claro, se la pasa entrenando y no hablamos, eso tiene sentido – suelto un bufido.

–¿Qué dice, señorita?

Me sobresalto.

–Nada, sigan en lo suyo – me sonrojo.

Continúan arreglando todo y yo termino dando el visto bueno cuando veo que todo luce perfecto, suspiro sonriendo y todos llegan justo donde estoy.

–¡Vaya! – exclama mamá luciendo maravillada. –¿Tu ideaste todo esto, Jenn? – pregunta.

–Me encantaría robarme el crédito, pero Nathan me dio una idea y yo la perfeccione y adaptándola a la playa – me encojo de hombros.

–No sabia que eras un romántico, Nathan – murmura mamá.

–Te hubieras llevado el crédito, Jenn – masculla entre dientes.

–¿Querías que Eleanor creyera que todo lo hice yo? ¿Qué te obligamos a pedirle matrimonio? – coloco mis manos en mi cintura.

Olvidando a la princesa [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora