Capítulo 30.

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Daimon Wembley.

29 de abril, 2049.

Me toma varios minutos lograr despertar y entender que alguien tocaba con fuerza la puerta de mi habitación. Tenía a Jenn aferrada a mí y yo tenía un brazo en la curva de su cintura. Lo sentía algo dormido, así que con mucho cuidado quito mi brazo, que fue un esfuerzo en vano, porque ella despertó.

Me levanto y abro la puerta viendo a Nathan.

–¿Qué pasa? – pregunto restregando mi rostro.

No he dormido lo suficiente aún.

–Es tu madre... no está bien, el doctor viene en camino – dice.

Eso me hace olvidar el sueño y siento a Jenn tomar mi mano, no sé en qué momento me quede paralizado, pero no puedo avanzar.

–Vamos, Daimon... no soltare tu mano en ningún momento – susurra.

Trago con fuerza y asiento caminando con rapidez hacia la habitación de mamá. Cuando entramos me tenso al ver su estado. Por suerte Adeena ya no está durmiendo con ellos, porque no es algo que ella a su debería presenciar.

Esta temblando, me acerco a ella y está ardiendo en fiebre, esta pálida y creo que está sufriendo de taquicardia. Mamá toma mi mano y la aprieta con fuerza, pero esta tan débil que ni siquiera me hace daño.

–No me toques – dice entre dientes.

Miro a papá y luce cansado.

–Está delirando – susurra.

–¿Cuándo mierda llegara el doctor? – cuestiono.

–En unos minutos, dijo que tenía algo que decirnos – murmura.

Jenn aprieta mi mano, ni siquiera pasan cinco minutos cuando el doctor aparece, es un amigo de mamá y no nos trae buenas noticias. En su rostro está claro.

–¿Qué pasa? – pregunta Nate.

–No podemos ayudar a tu esposa, Adam – dice mirando directamente a papá.

Suelto la mano de Jenn y me acerco al doctor.

–¿Cómo qué no? ¡¿Para qué mierda vienes entonces?! – espeto.

–Daimon, cálmate – susurra Jenn.

Suelto un bufido.

El doctor le entrega un papel a papá y é lo lee tensándose cada vez más.

–Aquí dice que si tu madre sufre una crisis no la podemos tratar... solo ayudarla a que duela menos – susurra.

–¿Cómo mierda hizo eso sin que nos enteráramos? – pregunta Nathan mirando a mamá que aún está delirando.

El doctor comienza a tomarle los signos y niega con la cabeza.

–Está muy débil... solo podemos ayudarla para que aguante un poco más, llego el día – dice el doctor.

Nathan sale de la habitación y supongo que fue a hablar con Eleanor, yo me volteo a ver a Jenn que me mira con los ojos llenos de lágrimas y toma un respiro con fuerza.

–Saldré para que puedas despedirte de ella – susurra con una sonrisa.

Niego con mi cabeza y tomo su mano.

–No me dejes solo, Jenn – susurro apenas.

Ella asiente y acaricia mi mejilla.

–Está bien, voy a estar contigo – susurra y me hace caminar hasta llegar con mamá. Tomo una de sus manos y Jenn se mantiene detrás de mí.

Olvidando a la princesa [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora