Capítulo 15.

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03 de agosto, 2048.

–¿Quieres comer un poco más? – pregunta mamá.

–No – respondo simplemente.

Ella aprieta sus labios, aun intentando acostumbrarse a mis vagas respuestas.

Porque son las únicas que logro dar, mamá ha venido aquí creyendo que hoy será un gran día, pero no lo será.

Porque hoy faltare a la competencia para la que llevaba meses preparando, pero no logro levantarme de la cama, si no es para ir al baño y bañarme. Tengo esta terrible sensación de querer quitarme todo lo que dicen de mi bañándome.

Como si esas palabras estuvieran impregnadas en mi piel.

No he hablado con nadie y tengo esta otra manía con torturarme viendo lo que dicen de mí.

Sigo siendo la puta de la familia Middleton y Daimon sigue siendo el gran campeón que se logro follar a la Middleton menor sin que el rey Asher lo matara.

Los comentarios no se detienen y cada vez son más y más. No entiendo que es lo que tienen en mi contra. Se que ayer a Daimon lo intentaron entrevistar y todo salió un poco caótico.

No quiero ver ese video porque me da nauseas pensar en la manera que pudieron malinterpretar todo lo que él dijo.

Porque sé que él estuvo aquí anoche, pero ni siquiera intento hablar conmigo.

Intento tomar mi celular, pero mamá me lo quita y lo guarda en su bolsillo.

–Ya deja de hacer eso, porque no te hace bien – me reprende.

–Nada me hace bien a estas alturas – susurro.

Mamá suspira y tira de mí para que la abrace, pero no lo hago, aunque si me refugio en ella. Suelto un suspiro tembloroso.

–Esto será duro, Jenn – susurra mamá acariciando mi cabello.

–Todo siempre es más duro para mí, mamá... no es justo – comienzo a llorar. –He vivido bajo la sombra de todos ustedes toda mi vida – espeto. –Lo peor es que no es culpa de ustedes, pero tampoco es mía, pero aun así he hecho de todo para demostrar que yo también soy capaz ¿Por qué no lo ven?

–No lo sé, cariño – deja un beso en mi cabeza. –Pero debes saber que no eres solo tetas y un culo, no eres una decepción, no eres una puta, no eres nada de eso – susurra.

–Mentira... porque yo no lo veo y si yo no logro verlo es por algo – vuelvo a sollozar.

–A veces nos cuesta mucho ver lo bueno en uno mismo – habla. –Tenemos una venda de inseguridades en los ojos y por eso lo único que podemos ver son nuestras inseguridades, pero llegara un día donde esa venda caiga de tus ojos – acaricia mi cabello. –Entonces un día te veras frente al espejo y veras a una hermosa jovencita, con ojos preciosos, alegre y muy dulce... veras a una gran y muy talentosa gimnasta...

Comienzo a llorar sin control aferrándome a su pecho, todo lo que acaba de decir mamá se siente como una vil mentira, algo alejado de mi realidad. Siento que jamás dejare de sentirme así.

Esta horrible sensación jamás se ira.

–Deja de mentirme, mamá – susurro. –No soy nada de eso – niego con mi cabeza.

Ella me abraza con más fuerza.

–Lo eres, cariño – vuelve a susurrar. –Eres eso y mucho más, algún día lo veras – acaricia mi cabello.

No le respondo, porque jamás la convencerá de que esa jovencita que ella describe no existe y tal vez no existirá.

Porque a esa jovencita la destruyeron todos esos horribles comentarios.

Olvidando a la princesa [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora