Capítulo 11.

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2 meses después.

18 de julio, 2048.

–Hoy es mi graduación – pronuncio entrando a la sala.

Papá y mamá me mira extrañados.

–Lo sabemos, Jenn – habla mamá. –Nunca lo olvidaríamos – sonríe y me pide que me siente con ellos.

–Mi entrenamiento hoy será más temprano, saldré a tiempo para llegar a arreglar y...

–Creíamos que te tomarías el día para relajarte – dice papá sonando desconcertado.

Niego con mi cabeza.

–No, no puedo dejar de entrenar... sabes cómo funciono, papa...

–Si no vas a hacer las cosas bien, mejor no las haces... eso dice ¿No? – alza una ceja.

Asiento con una sonrisa y beso su mejilla.

–Si no me voy ahora, llegare tarde y si llego tarde entonces König me castigara – me levanto saliendo de la sala.

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–Un minuto atrasada, Jennifer – habla König apenas dejo caer el bolso al suelo.

Cierro mis ojos y asiento.

–Lo sé, lo sé... pero mis padres no querían que viniera y...

–Te di la oportunidad de tomarte el día – me apunta. –Pero tú te negaste – se encoje de hombros.

Suelto un bufido comenzando a arreglarme el cabello y colocándome mis punteros.

–Lo sé, pero ellos no lo entendían – suspiro cuando acabo.

Ella no vuelve a decir nada y solo niega con su cabeza.

–Salgamos – me pide.

Asiento y salgo tomando mi botella de agua, toalla y cinta para poder hacer la coreografía. Entonces apenas salimos comienzo a ensayar.

En dos meses he avanzado notoriamente, König y yo hemos trabajado muy duro para llegar hasta donde estoy. Porque ya no necesitaba audífonos.

Una que otra vez lo hacía con los ojos cerrados, pero ahora mayormente lo hago de forma normal.

Suelo abrumarme cuando me doy cuenta de que me observan y suelo sentirme juzgada, pero en el momento que König nota eso rápidamente llama mi atención pidiendo que volvamos dentro.

La prensa me había dejado en paz hace mucho gracias a lo que Eleanor y Nathan hicieron por mí, razón por la que me mantengo al margen respecto a mis acciones y todo.

Estos meses solo he estado centrada en el instituto y la gimnasia rítmica. Cualquier cosa que intentara siquiera perturbar mi paz lo mandaba lejos.

Razón por la que cada fin de semana ignoro cada llamada de Daimon.

Sigo sin querer saber de él.

No quiero que se arriesgue a hacer algo y luego se dé cuenta que no valgo la pena, entonces se arrepienta de todo esto.

No soportaría eso.

Así que prefiero ignorar cualquier cosa que intente perturbar mi perfecto avance.

–¡Eso, Jenn! ¡Lo haces perfecto! – me alienta König.

En mi interior salto de emoción, porque hace mucho no lo hacía de forma tan impecable como hoy y también he decidido que apenas termine con el instituto me dedicare completamente a esto.

Olvidando a la princesa [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora