Capítulo 20

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Valentina

Martes 8 de marzo, 2022.

Discutir con Camila es una de las cosas que más odio. No es la primera y seguro no será la última, pero esta vez se siente... peor. Me dijo cosas que dolieron; cosas que se han repetido una y otra vez en mi cabeza, que me llevaron a cuestionar mi vida y los pasos que voy dando. Como si no hubiera avanzado.

«¿Qué tan jodida estoy?»

Esa es una pregunta que me persigue constantemente y evado.

Resoplo. No. Esta vez no es mi culpa. Nada tiene que ver mi vida con todo lo que ocurrió. No es mi obligación aceptar a Claudia como si nada. Camila tiene que entenderlo y si no lo hace, será su jodido problema, no el mío.

Ya han pasado tres días, no hemos hablado y gracias al jodido cielo, tampoco nos hemos cruzado. Supongo que ambas estamos evitándonos; ella para que yo me calme, y yo... ni siquiera lo sé. Sigo molesta, pero no furiosa. Creo yo que eso es un avance ¿cierto?

Odio que defienda tanto a Claudia, aunque una parte de mí la entiende. No hay nadie más leal que Camila y ella siempre ha querido arreglarlo todo; Claudia no le hizo nada y son amigas de toda la vida, es así de simple para ella.

En fin, me la he pasado en la cafetería y si no estoy ahí, me encierro en mi habitación. Tampoco he tenido ganas de salir, aunque Ian insista.

Trato de ignorar esa sensación que me quema el pecho, aparentando que todo está bien. Sé que mi indiferencia es la manera en la que conllevo las cosas cuando me duelen, de permanecer fuerte y hasta ahora, me funciona. Me alejo, evito pensar en ello y continúo. El único detalle, es que jamás lo había hecho con Camila.

¡Es que me jooooodeee! ¡Me estresa, me molesta!

No es necesario que seamos todas amigas, yo no le pido que se aleje de ella; solo que respete que yo no quiera tenerla cerca ¿Acaso estoy mal? Pero sigue siendo Camila... y es una de las personas más importantes en mi vida.

Salgo de mi habitación para ir por un vaso de agua y me encuentro justo a ella en el sofá, aparentando que lee un libro. Siento una punzada en el pecho y a eso, sumémosle esa tensión que se forma en la boca del estómago cuando estás nerviosa y no sabes que decir. Sí, jodidamente incómodo.

Me debato internamente, pero ella alza la cabeza y me mira con los ojos llorosos. Siento que pasa una eternidad y ninguna dice nada. Hasta que veo como su boca tiembla y muerde el labio inferior, reprimiendo un sollozo.

Los muros a mi alrededor caen. Es mi mejor amiga, mi persona. Estiro mis brazos y ella se levanta, las dos acortamos la distancia hasta fundirnos en un apretado y largo abrazo. Es un poco más bajita que yo, así que mis brazos rodean su cuello y las suyas, mi cintura. Esconde su rostro en la curvatura de mi cuello y sorbe ruidosamente la nariz.

Nos reímos. Me aparto un poco para mirarla; tiene los ojos rojos y lágrimas corren libremente por sus mejillas. No es la única llorando aquí.

—Lo lamento —decimos al mismo tiempo y volvemos a reír.

—No me gusta pelear contigo —le digo casi balbuceando—, pero estaba tan molesta.

—Lo sé, yo no debí presionarte tampoco... —responde—. Y no lo volveré a hacer, respetaré tu decisión, Val, no insistiré más.

Pero la culpa viene, envolviéndome una vez más.

—No, no... Puedo entenderte —le digo. Tomo su mano y la llevo al sofá, después de sentarnos vuelvo a hablar—. Soy quien más te conoce ¿recuerdas? —sonreímos—, sé lo importante que es para ti y no seré hipócrita diciendo que ella será mi mejor amiga nuevamente, pero puedo sobrellevarlo... Al menos lo intentaré.

Entre Lazos [+18] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora