Capítulo 8

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Kathery

Jueves 17 de febrero 2022

Sus fuertes brazos me rodean sin dudarlo y miles de emociones me invaden. No puedo creer que sea él, no puedo creer que esté aquí. La última vez que lo vi fue antes de irme a España y él estaba por irse a Argentina.

—Estás preciosa —susurra en mi oído, erizándome la piel.

Me alejo un poco sin soltarlo y lo detallo.

—Tú no estás nada mal —sonrío con los ojos vidriosos—. Has hecho ejercicio.

Mateo es el tipo de hombre que no puedes ignorar. Siempre fue alto, pero ahora parece haber pasado mucho tiempo en el gimnasio. Su rostro es otro tema, sus ojos almendrados a simple vista parecen negros, pero son un marrón muy oscuro, y su sonrisa grita peligro y malicia. Da la sensación de que te arruinará la vida, pero valdrá cada segundo. Yo lo sé bien.

Su cabello es oscuro y ahora lleva un corte moderno; corto a los lados y un poco más largo arriba. Está todo vestido de negro, y aunque sostiene las cajas de pizza, se ve imponente; como si fuera el maldito dueño del universo.

Fue mi primer novio, mi primer amor. Un chico al que todos catalogaban como rebelde por su aspecto, los tatuajes, el piercing que aún conserva en el labio inferior y supongo que también por la mala actitud. Si la gente mirara debajo de esa fachada, sabrían que es un gran chico, aunque ahora es todo un hombre.

Estuvimos tres años juntos, estábamos locos el uno por el otro. Fue hermoso y los recuerdos están grabados en mi corazón. Terminamos cuando mis padres decidieron enviarme a España y aunque no fue fácil, fue una decisión mutua. No quería que esa hermosa relación se dañara con la distancia.

—Pensé que seguías en España —su voz también parece haber cambiado, está más ronca.

—Volví hace unos días —contesto, nerviosa al darme cuenta de que sus manos siguen en mi cintura.

No sé porque de repente me siento tímida. Me observa con tanta atención que siento que me quema, por un momento pienso en todos los cambios que he tenido a lo largo de los años, obviamente no soy la misma, para empezar, me operé los pechos. La duda desaparece en cuanto el reconocimiento brilla en sus ojos, cuando me mira con el mismo fuego con el que solía mirarme.

Ian aparece de repente y lo abraza, al mismo tiempo en que me saca la lengua como si fuera un niño. Ruedo los ojos. Tan maduro.

—Oh, weón —le dice separándose—. Lo último que supe de ti fue que viajaste a Argentina. ¿Cuándo regresaste?

—Parece que en el momento correcto —contesta sin apartar sus ojos de los míos.

—¿Qué? ¿Ahora eres repartidor de pizza? —Ian señala las cajas en su mano—. No juzgo, pero viniendo de ti, me sorprende —se ríe.

Mateo sonríe negando con la cabeza.

—Un amigo dirige el lugar —encoge sus hombros—. Vi la dirección y aproveché.

—¿Por qué? —la pregunta escapa de mis labios antes de siquiera pensarlo.

No responde, solo me observa. Camila empuja a Ian y abraza a Mateo por el cuello. Él era del grupo, siempre estaba conmigo y se llevaba muy bien con las chicas.

—Me da mucho gusto verte.

—A mí también —responde con una sonrisa ladina.

—Aarón, ven tío, que te presento —dice Ian imitando otra vez el acento español.

Entre Lazos [+18] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora