Capítulo 9

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Claudia

Viernes 18 de febrero 2022

No soy una bailarina exitosa, no soy psicóloga, tampoco soy la arquitecta que un día quise ser. Para muchos soy nada, una simple cajera que vive el día a día.

Como la mayoría, tenía sueños y aspiraciones, pero en la vida real no todo va como uno quiere. Y algunos me dirán, «¿por qué no te esforzaste? El que quiere puede». Lo intenté y ¿adivinen qué? No pude. No siempre se puede.

Pero qué puedo esperar de este mundo, si desde que nací no fui más que rechazada por mi propia madre. Ella nos abandonó en cuanto nació mi hermana menor, y según los vagos recuerdos y lo que me contó mi abuela, el tiempo que nos tuvo tampoco le importamos.

No quiero victimizarme con esto, sino aclarar que, a fin de cuentas, uno está solo en el mundo. Puedes estar rodeada de amigas, pero ninguna te conocerá realmente. Pueden hacer cosas juntas, y aun así sentirte sola. Al menos, eso fue lo que me pasó con mi grupo de amigas; cada momento juntas o cada salida, sentía que me restregaban lo diferente que era a ellas.

No tengo una belleza exótica como Katty, no soy super inteligente como Camila y nunca tuve mil chicos detrás de mí como Valentina. En realidad, nunca me conocieron, y fue eso en parte, el por qué me alejé de ellas. Y aunque me han estado llamando, prefiero ignorarlas.

Mi vida no es tan mala. Creí que estaba completamente sola hasta que conocí a Mario. Él me ve como realmente soy y no se avergüenza de ello, al contrario, ambos nos aceptamos tal y como somos, sin juzgarnos y sin criticarnos. Somos felices así. Y como siempre dice, nadie me va a querer como él.

—Hola, cariño —saludo anunciando mi llegada.

No vivimos en un gran departamento, pero está bien para nosotros. Mario está sentado en el sillón con una cerveza en la mano. Voltea a mirarme y sonríe. Me acerco y me siento a horcajadas en su regazo.

—¿Cómo estuvo tu día? —agarra mi cintura con firmeza.

—Normal, nada interesante en el trabajo —contesto dejando cortos besos por su rostro.

Ahora mismo, estoy como cajera en un pequeño supermercado. No es mi trabajo ideal, pero sirve para juntar algo de dinero. Mario se burla a veces, pero finalmente acepta que es un trabajo honrado, no es que le importe.

—Vinieron a verte hoy —murmura contra mi cuello mientras introduce sus manos debajo de mi camiseta.

—Ah, ¿sí? ¿Quién? —respondo estirándome para darle más acceso.

—Esas perdedoras que eran tus amigas —responde con una risa llena de burla.

En seguida me aparto y busco su mirada.

—¿Estuvieron aquí?, ¿qué les dijiste?

—¿Acaso importa? —bufa—. Son pasado.

—Lo sé, lo sé... —frunzo los labios—. Es solo que...

—¿Qué? —pregunta a la defensiva—. ¿Quieres juntarte de nuevo con tus amiguitas?

Algunas imágenes vienen a mi mente, cosas buenas y cosas malas. Las quise, sí, pero con el tiempo nada fue igual. Podría decir que antes de que se fueran ya todo era diferente y ninguna de ellas lo notó, tampoco les importó.

Encojo mis hombros y niego.

—Quizás... Podría verlas, saber qué quieren —muerdo mis uñas en un acto impulsivo.

Mario sonríe.

—Si eso es lo que quieres, amor —ronronea en mi oído—. Quien sabe, quizás hasta vuelven a ser grandes amigas —se ríe con malicia.

Entre Lazos [+18] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora