Cap 30 - PRIMER DÍA

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JULIA

Unos días después....

Rodrigo por fin se ánimo a contarme porque odia tanto a Rafael y puedo entender que siempre que se vean discutan. Me partió el corazón escuchar que sus padres no le dieron el amor que se merecía y odié que Raquel hiciera una distinción tan enorme entre sus hijos.

¿Cómo es qué se elige un hijo sobre otro? Eso es imposible. ¿Acaso no pensó en el daño que le estaba haciendo a Rodrigo al no prestarle atención? No creo que ahora pueda ver de la misma manera a mi suegra. No puedo imaginar lo solo que se debe haber sentido mi Rodrigo. Desee haberlo conocido de adolescente y tratar de darle el amor que necesitaba y hacer que no se sintiera solo nunca más.

Me angustio saber que tuvo miedo a que eligiera a Rafael por sobre él. Cómo podría hacer eso si me enamoré de él apenas vi sus ojitos celestes. No lo supe en ese momento pero Rodrigo se encargo de demostrarme que era un buen hombre, que no me haría daño y poco a poco me fui enamorando de mi hermoso esposo. Mi Rodrigo no salía de mi cabeza ni de mi corazón.

No me gusta que piense, que sienta que no lo van a elegir, que no lo va a amar. Yo lo elijo todos los días de mi vida y lo amo cada día más y sé que Mateo lo ama incondicionalmente, es difícil no hacerlo cuando mi esposo, a pesar de todo lo que vivió con sus padre, es una excelente persona, es cariñoso, amable, generoso y un buen hombre. Amo que sea mi esposo, amo como es como esposo y es un padre increíble.

Sin embargo, después de contarme esa única parte de su vida que me faltaba por conocer, mi marido se quedó medio sensible y por días ha estado más atento de lo normal conmigo y con Mateo.

Termino de vestirme con una falda marrón claro y una blusa rosa clara, veo a mi esposo terminar de ajustar su corbata negra que hace juego con su traje negro y me acerco a él abrazándolo por detrás. Él pone sus manos sobre las mías.

- Amor... Ya no estés preocupado. - Rodrigo toma mis manos y las separa de su cuerpo para girarse y mirarme.

- ¿Será que siempre vas a conocerme mejor que nadie? - Me pregunta mientras pone sus manos en mi cintura y yo llevo las mías a sus antebrazos.

- Siempre, mi amor. - Él sonríe pero se pone serio de repente frunciendo el ceño.

- Prométeme algo Peque. - Me suplica y asiento. - No quiero ser como mis padres, amor. Odiaría no prestarle atención a Mateo o a ti. Prométeme que sí algún día llego a ser un mal esposo, un mal padre o un mal hombre, no vas a dejarlo pasar. Vas a decirme y te juro que voy a cambiar. Te lo juro. - Ay mi amor... Odio verlo así de preocupado.

- Mi amor... jamás podrías ser un mal esposo, un mal padre o un mal hombre. - Le aseguro con amor, subo mis manos a su rostro y acaricio suavemente su mejilla.

- Igual, prométemelo amor. - Me suplica y odio verlo así de triste, odio ver sus hermosos ojitos celestes angustiados, quiero verlos brillando y felices como siempre.

- Te lo prometo amor mío. - Su hermoso rostro se relaja, suspira aliviado y su frente deja de estar arrugada, me sonríe apretándome más a su cuerpo. Amo cuando hace eso.

- Gracias amor. Te amo mi Peque. - Me besa con ternura.

- Te amo tanto, mi amor. - Le susurro sobre los labios después de que nos separamos.

- ¡Mamá, papá! - Nos llama nuestro hijo desde su habitación.

Ambos nos apresuramos a salir del cuarto e ir a ver si está bien, es lo que tiene ser padres primerizos, siempre que tu hijo te llama o sientes un ruido fuerte cerca suyo, corres angustiada a ver si está bien porque te aterra la idea de que se lastime. Eso nos pasa mucho con Mateo, sin embargo, al entrar a su habitación lo vemos sentado en el piso sin poder atarse los cordones.

Descubriendo el verdadero amor (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora