-Capítulo 6-

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Faltaban dos horas para irme a casa. La clase del profesor Finch era, realmente, aburrida. Me hubiese quedado dormida en más de una ocasión de no ser por Anna, quien me codeaba cada vez que cerraba los ojos. 

Cuando el timbre sonó, tomé mis cosas y salí corriendo como alma que lleva el diablo. No quería pasar ni un segundo más en la clase. Sin embargo, no me di cuenta que había un chico en mi camino y me golpeé con él, haciendo que ambos cayéramos al piso.

—Lo lamento —empecé a disculparme—. No te vi, no me concentré en el camino.

—No importa —El rubio se levantó y me ofreció una mano para levantarme. La agarré—. ¿De quién huías?

—De Finch.

Él esbozó una sonrisa.

—Finch. Sé que sus clases son aburridas; pero es un muy buen profesor. No me mires así, es la verdad.

—Sí, claro —Ajusté el agarre en mis libros y me preparé para seguir mi camino.

—Es más duro el primer año que lo tienes. Luego se ablanda.

—Espero que no me mientas —acusé, señalándolo con mi dedo índice.

—Lo juro por el gato que no tengo —Reímos—. Soy Connor, Connor Miller.

—Adeline Wilson.

—Bueno, Adeline. ¿Puedo llamarte Ads? —Asentí. Nadie jamás me llamó así—. Bien, Ads, tengo que irme a mi siguiente clase. Nos vemos.

—Adiós —Lo saludé con mi mano y me fui a mi siguiente clase, matemáticas, mi clase favorita.

Me encaminé hasta el salón 210 y me senté al lado de Cristhi, una compañera con la que me llevaba bien.

La clase pasó volando y yo adquirí muchos conocimientos nuevos. Anoté en mi libreta la fecha del examen y salí al estacionamiento para buscar a Anna y a Jake. Fácilmente, los encontré al lado de la moto de Anna. Sí, tiene una moto; el auto era de la madre. Me acerqué y los saludé.

—Te juro que si me vuelven a preguntar sobre la economía de Alemania me voy a morir. Parece que el profesor la tiene conmigo, no se que le pasa —dijo Anna.

—Tal vez sea el hecho de que te la pasas embobada viendo a Charlie en vez de prestar atención a lo que el profesor dice —dijo mi amigo.

—Eso no es verdad —afirmó Anna, pero sus mejillas rosadas la delataron—. El profesor Williams me preguntó algo que yo no sabía. ¿Cómo supone que lo vaya a saber? No es como si pasase mi tiempo libre viendo la economía mundial.

—Anna, lo dijo dos minutos antes de preguntarte. Obviamente, como estabas viendo a Charlie no te diste cuenta.

—Mentira. Sí estaba prestando atención, tú no estabas allí.

Jake agarró su mochila y sacó su carpeta. Pasó algunas hojas y le tendió una a mi amiga. 

—¿Cómo lo sabes?

—Compartimos la misma clase, querida amiga.

—P-pero. Aghhhh —se rindió—. Él es muy lindo.

—¿Por qué no lo invitas a salir? —intervine.

—Una chica, pedir una cita ¿a un chico?

—Sí, es decir, no podemos esperar a que den el primer paso ellos. Son demasiado idiotas—mi amigo me miró ofendido—. Tú eres la ÚNICA excepción —dije bien alto para que mi hermano, quien estaba cerca con sus amigos, escuchase.

Secretos PeligrososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora