-Capítulo 25-

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—¿Qué se supone que pasó? No lo entiendo —exclamé con las manos en mis caderas y soltando todo el aire guardado de repente.

—¿A qué parte te refieres, pequeña? —Anna había faltado hoy porque se estaba enferma (algo muy propenso en ella), por lo que nuestra mesa era ocupada por Aaron, Jake, Caleb (quien había abandonado a sus amigos para sentarse conmigo por si algo ocurría), James y Connor. Estos dos últimos estaban en la fila de la cafetería, aguardando por el almuerzo.

—Ellos claramente pudieron matarnos si eso era lo que se proponían. Nos dejaron escapar —contesté. No podía parar de darle vueltas al asunto, pero siempre acababa en el mismo punto: nada.

—Bueno, eso es comprensible —repuso él.

—Pero ¿no habría bastado con unos pocos hechiceros nada más? ¿Por qué enviar a tantos en nuestra búsqueda?

Aaron estuvo a punto de responder, mas el sonido de las bandejas chocando contra la mesa lo detuvieron.

—Sandwich de pollo y mayonesa para la dama —presentó Connor a la vez que me pasaba un pan relleno envuelto en plástico —, y una soda de naranja para beber.

—Muchas gracias, Connor. Eres un sol —Realmente lo era; la fila era inmensa y él se ofreció a buscar mi comida. El rubio se limitó a sonreírme.

El agarre de mi novio en mi cintura se hizo más fuerte para marcar su territorio. Solté una carcajada ante sus celos, acaricié su brazo y planté un pequeño beso en sus labios para que se relajase y supiese que no tenía motivos por que estar celoso; afortunadamente funcionó y me regaló una cálida sonrisa. Luego hizo un gesto para señalar su cabeza y mi oído.

Ahora que el Señor Miller dejó de coquetear contigo —Nuevamente reí, ganándome miradas confusas exceptuando a mi hermano y Jake, pues ellos ya sabían qué pasaba—. Como decía. En respuesta a tu pregunta anterior, la respuesta sería ésta: Pequeña, eres importante en el mundo de la magia aunque tú no lo sepas. Algún día te llevaré a una reunión de hechiceros para que veas cómo te aprecian.

»Tienes un gran poder en tu interior que aún no es descubierto, pero cuando lo sea, te convertirás en una gran amenaza para los hechiceros enemigos. Al parecer, ellos pueden haber creído que tu poder ya evolucionó y por eso han enviado a tantos de ellos.

Envié una mirada interrogativa a Aaron, pero éste se limitó a dejar un beso en mis labios y no contestó a los interrogantes que se formaban en mi cabeza.

(...)

Dos días después estaba en la casa de mi mejor amiga, quien estaba enferma aún. Nos manteníamos entablando una conversación acerca de las desventajas de ser un millonario, sexy y famoso entre nosotros. Sí, ninguno llegó a alguna desventaja.

—Addy, no quiero alarmarte, pero... estás brillando —Tardé unos momentos en comprender que James hablaba en el sentido literal de la palabra.

Jake, al escuchar aquellas palabras, levantó la mirada de su celular para luego articular con su boca un «baño».

—Mmm... Anna, ¿puedo usar tu baño? —Ella me observaba con pupilas dilatadas, sin llegar a creer lo que le pasaba a mi cuerpo. La entendía; ni yo misma sabía qué demonios pasaba conmigo.

—Seguro... Ya sabes dónde está —Asentí y me levanté de la cama para luego caminar hacia la puerta de la habitación cubierta de fotos viejas. En todo momento sentí sus miradas clavadas en mi espalda, donde una fina capa de sudor comenzaba a acumularse.

Viré en la tercera puerta a la derecha y entré al baño. Coloqué el pestillo a la puerta y miré mi reflejo en el espejo de cuerpo completo. La persona enfrente mío me devolvió la mirada nerviosa y asustada, sin saber lo que pasaba.

Secretos PeligrososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora