Me observé en el espejo. Una semana había pasado ya y todavía no me acostumbraba a tener mis iris de color violeta. A decir verdad, no me acostumbraba a nada de mí. Parecía que todo había cambiado. Mi rostro se veía más anguloso y más maduro, como si hubiesen pasado años. Tal vez era producto de mi imaginación, pero también veía a mi cuerpo más tonificado, más... sensual.
Y envolviendo todo eso había una especie de sombra. Algo en mí había cambiado, ya no me sentía tan inocente; tenía pensamientos que nunca había tenido antes y eso en cierto punto me asustaba.
Amina seguía descansado tranquilamente en mi cuerpo, moviéndose ocasionalmente para acomodarse.
En los días próximos a los de la pelea, me enteré de varias cosas nuevas. Aaron me contó que no había habido tanta gente, que seguramente no eran ni un cuarto de los seguidores que tenía Raphael. Era por ello que habían podido acabar con ellos tan rápido.
Me sorprendí cuando Aaron me dijo que de no ser por el rastreador que le había colocado a mi zapatilla, jamás me hubieran encontrado. Es decir, yo había apretado la pequeña piedra que estaba en el anillo, pero al parecer eso no había funcionado. Lo más probable era que Raphael hubiera desactivado el anillo con un poco de magia. Aunque sentí que el rastreador violaba mi privacidad, también me alegré ya que de no ser por él, seguramente yo no estaría en mi casa en aquellos momentos.
Pum, pum, pum.
Alguien tocaba la puerta de mi habitación con mucha insistencia.
-¡Adeline! -gritó mi amigo Jake y abrió la puerta sin esperar a que yo lo hiciera-. Han secuestrado a Anna.
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Secretos Peligrosos
FantasyCuando Adeline Wilson se va de vacaciones, presencia una situación fuera de lo común que la deja desconcertada. Luego de que las imágenes queden grabadas a fuego en su mente, empiezan a asustarla y seguirla. Ella no sabe quiénes son o qué quieren; s...