19 - Ellos hablan

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Zoro regresó a su rutina, pero después de unos minutos sentía que algo no estaba bien con él.

- ¿Hambre? ¿Sueño? - Murmuraba para sí mismo, sin encontrar la respuesta.

En ese momento golpeó sus hombros y estos se sentían pesados, por más que intentaba estirar sus músculos no podía encontrar alivio en ellos. No podía entender por qué sentía tanta tensión en su cuerpo.

Esto le impedía seguir entrenando.

- Maldición, ¿qué me pasa? - Decía mientras se sentaba en el suelo con fastidio.

De repente, la puerta se abrió para sorpresa de Zoro.

- ¿Qué haces aquí, Tashigi?

- Y... yo...

Zoro suspiró.

- Vete, no tengo ánimos de seguir discutiendo contigo.

A Tashigi le molestó, pero decidió ignorarlo y caminó hacia él.

- ¿Acaso no escuchas lo que te...? - Zoro la vio acercarse. - Oye - Exclamó molesto...

De repente, ella se arrodilló frente a él, quien no entendía qué pretendía. Pero antes de que pudiera reaccionar, ella lo abrazó.

Él se quedó inmóvil, con las manos en el suelo mientras ella estaba sobre él, y se limitó a mirar al techo. Sus hombros sostenían el peso de ella, y sus brazos rodeaban su cuello. Era reconfortante, eso pensaba mientras intentaba no disfrutar de su tacto, su piel, su aroma.

- Perdóname - Susurró ella levemente mientras permanecía sobre él.

Zoro la oyó y la tomó de los brazos para apartarla de él. Ella no se atrevía a verlo.

- Si vas a disculparte, al menos mírame a los ojos.

- Cuando esto termine, no sé qué haré...

- ¿Cómo...? - Exclamó Zoro confundido, a lo que ella respondió.

- No eres una mala persona, esperaba que lo fueras para poder olvidarte, pero ahora no sé...

- Bakaa, si fuera así, ¿me habrías permitido siquiera acercarme a ti?

Ella sonrió y al levantar la mirada frente a los ojos de Zoro, este sintió un fuerte latido.

- No, definitivamente no, pero aun así yo... soy una Marine y tú...

- Soy un pirata,
-¿y qué? - Interrumpió él.

- Es complicado...

- No tiene por qué serlo, que seas Marine no me importa, eres más que eso...

Ella no apartaba la vista de él y sin darse cuenta comenzó a acercarse lentamente.

- T... Tashigi?? - Fue lo que Zoro alcanzó a decir antes de darse cuenta de lo que estaba por suceder.

- Zoro... - Susurró ella con la mirada perdida en él y ya demasiado cerca.

Sus labios chocaron.

Zoro quiso mantener los ojos abiertos, pero fue tan reconfortante que parecía un somnífero.

Ah, sus labios eran dulces como aquella vez. ¿Cómo era posible que tuviera semejante poder sobre él? La dulzura de sus labios. ¿Acaso no pensaba que estaba mal? ¿Por qué de repente hace este tipo de cosas?

El simple beso se extendió y Zoro sintió cómo Tashigi se aferraba más a él, y lentamente la sujetó de su cintura.

Ella alejó sus labios un momento, él apenas abrió los ojos intrigado por lo que haría. Ella comenzó a morderle el labio inferior, jalandolo hacia abajo e introduciendo lentamente su lengua.

Él sintió un cosquilleo y cedió ante ella, la dejó entrar y al instante en que sus lenguas se encontraron, Zoro comenzó a degustar y saborear la suave dulzura de sus labios, decidiendo acompañar sus movimientos delicadamente.

Pero comenzó a sentir cómo ella se subía sobre él.

- Tash...

Era inevitable, ella no lo dejaba hablar y se movía cada vez más arriba. La intensidad de sus besos subió al punto en que apenas se daban descanso para respirar.

Y en ese momento, Zoro en un rápido movimiento la sujetó, la elevó y la sentó sobre él. Esperaba tener más comodidad, pero en cuanto se inclinó para volver a besarla, ella se apartó. Zoro volvió a intentarlo y ella volvió a evitarlo.

De repente, ella dio un brinco sobre él, que hizo que se retorciera de lo bien que se sintió. Incluso no pudo evitar dejar salir un jadeo, ya que esa sensación increíble invadió su cuerpo.

- ¡Maldita sea! - Dijo maliciosa, pero ella lo volvió a callar con otro brinco sobre él.

En ese instante, una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro, aunque no por mucho tiempo, ya que ella comenzó a frotar su entrepierna, ayudándose con sus piernas, y él no pudo evitar tener una erección. Aquello tan placentero comenzaba a ser una completa tortura de la cual su cuerpo se negaba a resistir.

Sus gemidos salían sin más, se odiaba por ello, pero no podía evitarlo y ella no tenía piedad, por lo que no se detuvo. Comenzaba a excitarse, jadeaba y su ropa se volvía fastidiosa en ese momento. Lo mismo comenzaba a pensar Zoro.




(Zoro y Tashigi) One piece [Limón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora