2.5 Problemas

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Lewin había estado las últimas tres horas cazando en dirección al este, cuando llegó al borde de la zona B se detuvo. Miró la proyección del mapa en su brazalete y con un rápido análisis concluyó que podía ir al noreste, norte, noroeste, oeste, suroeste, sur y, al final, entrar a la zona E, el punto de encuentro, por el sureste.

Cuando se disponía a seguir su camino, percibió el sonido de una persona acercándose desde la zona C. Guardó en un rápido movimiento su cuchillo y sacó la pistola. Apuntó en dirección de quien acababa de aparecer ante su vista.

—¡Soy yo! —exclamó Carson con las manos en alto.

Lewin no bajó el arma. Estrechó los ojos y se quedó en silencio por medio minuto.

—¿Qué haces entrando a mi zona? —habló por fin.

Su sentimiento de competencia no se atenuó solo porque se tratara de su objetivo, sentía su corazón agitado y sus manos estaban ansiosas por seguir luchando.

—... El entrenador dijo que no importaba si pasábamos a otra zona...

—Vuelve por donde viniste —su tono se volvió hostil—. Todo en la zona B es mío.

Carson se sintió incómodo. Había querido pasar más tiempo con Hansen desde que lo conoció ayer, incluso tuvo un sueño donde se despertaban en la misma cama y eran muy cercanos. Pensó que sería bueno hacer la primera fase juntos, ni siquiera era una evaluación importante, tampoco intentarían robar las presas el uno del otro.

Además, ya había venido hasta aquí a buscarlo. Incluso si los espectadores no supieran sus intenciones, sería vergonzoso que lo vieran dar la vuelta obedientemente después de que Hansen lo amenazó. Entonces tuvo que aparentar que se iba por su propia iniciativa.

—Me entendiste mal. Solo te lo recordaba porque estás siendo muy agresivo —dijo mientras bajaba su manos—. En realidad estoy rodeando mi zona para atrapar a todos los zergs, no planeaba invadir tu área.

Lewin lo miró con sospecha. Después de un momento de consideración, concluyó que Carson no lo seguiría, por lo que enfundó de nuevo su arma y se despidió de manera simple.

—Entonces me voy.

Sin esperar otro segundo, desapareció entre los árboles.

Hansen, el propietario original del cuerpo, era una persona sin mucha ambición ni intenciones muy complejas. Su vida desde la niñez hasta la adolescencia fue común, la sociedad beta en la que creció gozaba de la tecnología avanzada de esta era interestelar, pero solo en los ámbitos recreativos y laborales; en su conjunto, no poseían una infraestructura futurista o viajes intergalácticos normalizados para los alfas y los omegas. Por ello, había muchas cosas que Hansen solo experimentó por primera vez después de unirse a la Academia Militar y también es debido a  eso que ponía todo su esfuerzo en las cosas que llamaran su atención.

Ser soldado era su meta, nada más. Ni honores ni prestigio. Luchar contra los zergs era su objetivo, no pensó más allá, como en volverse un héroe o convertir a su país en el más poderoso de la zona. Incluso cuando fue seducido por Yerem su corazón fue muy simple, nunca nadie lo pretendió de esa manera y al ser tratado con un mínimo de adoración o deseo en los ojos, no pudo sacarse de su mente que alguien lo quería; de hecho, ni siquiera sabía que ese alfa estaba comprometido y ya había marcado a otro omega. Era muy fácil ocultarle cosas, engañarlo o manipularlo.

En opinión de Lewin, su ingenuidad fue lo que lo llevó a la muerte. Pero también lo que lo llevó a la cima en su primera vida.

Esta personalidad tan poco profunda y maleable le permitió vencer y ascender sin parar como militar. Su capacidad de centrarse en una sola cosa le ayudó en cada guerra. Al no enredarse en fantasías o codiciar con desesperación el éxito, pudo, de forma irónica, hacer las cosas mejor que el promedio de la gente.

Entonces te olvidéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora