Desde que Liu Bei se asomó una mañana al carruaje para ver a Lewin y descubrir que no había dormido en absoluto, había procurado no viajar por la noche y hacer solo el camino por el día.
Lewin sabía que eso se debía a la excusa que puso de que no podía dormir si él no lo hacía, pero no quiso corregir su malentendido porque eso también era bueno para que Liu Bei (o G'Hässan, como le gustaba llamarlo en su mente (1)) no se sobre exigiera.
Así que, con todas las pausas en el camino y las desviaciones necesarias para reabastecer sus suministros, tardaron más de un mes semanas en llegar al pueblo que Lewin había señalado como su destino.
Cuando Liu Bei vio el paisaje pintoresco, sintió una punzada de familiaridad, anhelo y preocupación. De repente, la esperanza de encontrar respuestas a los huecos de su memoria, que hace mucho había perdido, regresó con renovado vigor.
Contagiado por la poca usual sonrisa de su amado, que lucía tan radiante esa mañana, Lewin se sintió con un excepcional buen humor y miró en derredor, recordando un pensamiento que tuvo en el pasado cuando decidieron tener a su hija a pesar de los riesgos: qué bueno sería si todo este pueblo pudiera ser protegido de influencias extranjeras y permaneciera así, inmutable y hermoso a través de los años.
Por supuesto, en ese entonces tuvo que contener su deseo de incluir todo el lugar en la barrera que crearon para que Zhangsun creciera, en parte por miedo a que los residentes descubrieran la anormalidad de su familia y el resto porque seguro el CAE notaría la falta de un pueblo entero en el mundo, a diferencia de una sola fracción de tierra.
—¿En qué estás pensando? —preguntó feliz Liu Bei y lo abrazó para que bajara del carruaje.
—En nuestra familia —respondió Lewin mientras disfrutaba de la atención que le daba su persona amada.
Al escuchar su respuesta, Liu Bei acarició la cintura un poco más llena que hace un mes de Lewin de manera inconsciente y su alegría se multiplicó.
—Está bien, los haré felices en el futuro.
Lewin asintió ante su promesa, que a pesar de que la escuchaba todos los días, no sentía que perdiera fuerza, al contrario, sentía que el hombre era más honesto y dispuesto con cada vez que salía de sus labios.
—Lo sé.
Sonrió y se estiró para alcanzar su cuello. Liu Bei se acercó con naturalidad, cooperando para recibir su beso.
Después de que ambos intercambiaron sentimientos, pensó en que solo les quedaba el fino hilo recubierto en polvo de plata con el que habían estado sujetas las cuentas de jadeíta antes. No parecía suficiente para empezar una nueva vida. Por suerte, su cuerpo se había recuperado y podía hacer algunos trabajos físicos por el momento, podían alquilar un cuarto hasta que ahorre lo suficiente para comprar...
—Vamos a casa —dijo Lewin interrumpiendo los pensamientos que estaba seguro que su amante tenía.
—¿Casa...?
Sin explicar con palabras, Lewin sujetó su mano y caminó con él al lugar donde empezaba el camino hacia donde construyeron su casa. Pronto, lo que parecía un simple bosque, se convirtió en un sendero con rocas lisas para apoyar los pies y no caer el lago que apareció de la nada.
Aunque estaba confundido, Liu Bei guardó silencio con prudencia y observó el lugar dolorosamente familiar.
—Cuidado con la tercera roca, es un poco inestable —advirtió Liu Bei sin pensar, solo para darse cuenta de que, en efecto, cuando Lewin la pisó esta se tambaleó.
Aunque la sorpresa cruzó el rostro de ambos, Lewin lo razonó de inmediato, pero Liu Bei se sintió inexplicable. ¿Cómo sabía sobre la roca? Tuvo un ligero destello de haber visto caer a alguien mientras reía, pero se esfumó antes de que lo entendiera.
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Entonces te olvidé
FantasiaLewin tuvo una vida común hasta el momento de su muerte. Cuando volvió a abrir los ojos, estaba en un lugar extraño. Al principio creyó que se trataba del "más allá", hasta que una voz le dijo que su muerte en realidad ocurrió hace muchísimo tiempo...