3.12 El castigo de Korah

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【Es un maldito mundo roto.】

Al escuchar la voz del sistema, Lewin dejó de estar embelesado por la escena a su alrededor y recordó por qué había salido de su tienda.

—¡Elís! —llamó mientras intentaba encontrar al niño en la oscuridad.

2-2 no se molestó con su maestro por ignorarlo, sabía lo que estaba pasando y conocía demasiado bien a Lewin como para adivinar que prefería dudar sobre los hechos evidentes antes de aceptar los hechos que tiene ante sus ojos solo porque pueden resultar dolorosos.

【Todos los renegados y aquellos que han perdido a su otro corazón hace más de un mes están siendo trasladados al mundo perdido.】

Lewin lo siguió tratando como ruido de fondo.

【Maestro, es mejor no preocuparse por la situación antes o después de su paso por los mundos. Además, este mundo ya ha sido degradado, ahora está roto.】

¿Por qué le decía cosas que no entendía en un momento como este? Se molestó por la insensibilidad del sistema. A Lewin le daba igual lo que le pasara a este mundo, lo único que quería era evitar que Elís fuera llevado, aun si no sabía cómo, estar cerca de él lo haría sentir menos impotente.

【Los que sean desterrados se quedarán allí para siempre. No habrá una vida después de esta.】

Esto lo puso más ansioso. Quería pedirle a 2-2 que se callara, pero no estaba dispuesto a desperdiciar ni un segundo de tiempo.

—¡Elís! ¿¡Dónde estás!?

【Si quiere evitar que el hermano de Emiú sea llevado, puedo ayudarle a introducir su alma en el espacio, al igual que hacemos con el objetivo.】

Esta vez la atención de Lewin fue atraída con éxito.

—¿Se puede hacer eso?

【Sí. Será como estar dormido, aunque en términos reales, Elís Ko-a del mundo 2(2)-sur-3183, morirá esta noche.】

De alguna manera, esta vez entendió con claridad todo lo que 2-2 decía, incluso cuando el sistema usó esos términos que no había escuchado antes. Al parecer, cada mundo tenía una especie de código, pero lo importante no era eso, sino que, incluso si no podía salvar la vida de Elís en este mundo, podía evitar que se quedara atrapado para siempre en ese lugar que daba la impresión de ser horrible.

Como si el destino le ayudara a reafirmar su resolución, por fin encontró al niño. Al igual que Lewin momentos atrás, Elís estaba fascinado por el espectáculo de luces, parecía no darse cuenta que él también emanaba un resplandor oscuro. Lewin se agachó junto a él para llamar su atención.

—Oye, mírame —le dijo mientras sacudía su mano enfrente suyo.

El niño hizo caso y le dedicó una mirada que pretendía ocultar la tristeza, mas desbordaba una resignación madura que no debería tener alguien de su edad.

—Pequeño, puedo llevarte conmigo —prometió mientras tomaba la mano del otro y la llevaba a su corazón—. Te pondré aquí, ¿estás de acuerdo?

Elís no dijo nada por un tiempo, quién sabe si le creyó, pero separó sus labios para susurrar un suave "está bien". En cuanto dio la respuesta, su cuerpo se convirtió en un polvo negro, nebuloso y brillante, muy similar al que todavía volaba alrededor.

Una vez que desapareció y el espacio frente a Lewin se despejó, notó que Gae estaba parado unos metros delante de él. Era obvio que acababa de ver la luz oscura ser absorbida por el pecho de Lewin a diferencia de el resto, que se dirigía al norte, más allá del desierto blanco; no obstante, no hizo ninguna pregunta. Solo se acercó, ayudándolo a ponerse de pie y dándole un abrazo que pretendía consolarlo.

Entonces te olvidéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora