8.7 La Orden del Caos

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Aunque no tenía un sistema para comprobarlo, Lewin estaba seguro de que un fragmento del alma de su amante estaba detrás de la mirada de ese reptil. Sabía que no era imposible que, mientras se trate de un ser vivo, los fragmentos o almas enteras sean introducidas en organismos distintos a la especie a la que pertenece el sujeto originalmente, así que en su mente, pensar que G'Hässan era un animal de sangre fría, tenía mucho sentido.

Por eso, a pesar de que le preocupaba cómo es que se encontró con un nuevo fragmento de alma cuando se suponía que ya no quedaban más que el que el CST debería poseer ahora, Lewin tomó la decisión de disfrutar el encuentro.

—¿Te alimentas de plantas?

—Tus garras son bastante filosas.

—¿Quizá eres omnívoro?

—Mira cómo brillan tus ojos.

—Ese color te queda bien.

—¿Esto parecen alas pequeñas?

La charla unidireccional de Lewin continuó por un tiempo hasta que ya había inspeccionado todo el cuerpo del reptil, mientras tanto, este se dejaba mover de un lado a otro como si fuera demasiado flojo para protestar.

—Ya casi es hora de cenar, espérame aquí, volveré después del entrenamiento y te llevaré a mi habitación.

Esa noche tuvo que evadir las miradas de los compañeros y evitar que los profesores se dieran cuenta que iba a un lugar donde no podía estar a esa hora, pero cuando llegó estaba desconcertado: el lagarto cerúleo no estaba por ningún lado.

Regresó cada tarde y noche después de ese día, sin embargo, nunca lo volvió a encontrar. Así pasó un semestre, pero antes de preocuparse por la posibilidad de que regresara en vacaciones, cuando Lewin no se encontrara ahí, llegó un aviso que exigía toda su atención.

—Danilo Fritz, como sabes, fuiste admitido condicionalmente, además, tus padres están siendo investigados por posible traición así que... —El anciano puso una falsa expresión de pena—. Tenerte en la academia no es bueno para nuestra reputación. Tú tampoco pareces disfrutarlo mucho, es por eso que...

—Van a expulsarme.

—Me alegra que lo comprendas.

—Sí — rió burlonamente—, soy muy comprensivo.

Lewin se levantó, dispuesto a salir de una manera que demostrara su indignación. El hecho de que odiara la escuela no significaba que su ego soportara ser expulsado de ella.

—Espera, llévate tu expediente contigo.

Con ganas de golpear al anciano en la cara, Lewin arrebató los documentos de la mano del otro y se fue a su habitación a empacar, pero cuando aventó los documentos a su equipaje, un papel cayó de ellos y las palabras en él eran muy llamativas:

Biblioteca, ala sur, 10 p.m.

La Orden del Caos

☆★☆

La biblioteca no tenía ninguna restricción a la hora de entrada o salida, sin embargo, debido a que la Gran Academia cortaba la fuente de energía de todas las alas a excepción de los dormitorios, nadie se quedaba a estudiar después de las diez de la noche; por eso el lugar estaba vacío cuando Lewin llegó.

Estaba en el lugar y la hora, pero no vio a nadie. Si no supiera que el líder de la Orden del Caos era su hijo, ni siquiera se habría molestado en ir.

Aunque el plan de Shesh consistía principalmente en encontrar aliados fuertes por su cuenta, lo cierto era que la Orden del Caos era lo único que necesitaban. Eso no significaba que el entrar y observar a los estudiantes de la Gran Academia fuera una tarea inútil, porque Lewin pudo determinar quiénes se volverían una molestia en el futuro y tejer una discreta red de conexiones.

Entonces te olvidéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora