Jungkook pierde su primer embarazo y debe afrontar la pérdida mientras que Taehyung intenta que la relación con su esposo no se arruine.
"¿Lo prometes?"
"Um, puedo intentar" masculla débilmente. "No te prometo nada... pero puedo intentarlo"
Y es to...
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Fue una victoria para él.
Jungkook sonrió cuando vio la mitad y un poco más de su taza consumida, siendo que no la hizo él sino su hermano, no había alzado el cuenco transparente para ver si había algo disolviéndose en el fondo ni hundido la cuchara buscando algo extraño.
Confió en su hermano y se sentía vencedor ante esa espina mental que lo torturaba.
Seokjin dejó la taza de café sobre la mesa entre ambos hermanos, viendo como Jungkook sonreía ligeramente.
"Te veo mejor que el fin de semana pasado que vinieron a comer" el mayor susurra con suavidad, no sintiendo más que alivio al ver como los ojos de su hermano brillan al ser alzados.
"Si, lo estoy" aspira y suelta el aire lentamente. "No he vuelto a tener otro ataque hasta ahora y pude resolver el anterior hablando con Taehyung en vez de cerrarme y guardarme todo. Sumado a la noticia de Eunwoo y el ascenso de Tae... todo me tiene muy tranquilo"
Seokjin lo mira notando como el cabello le volvió a crecer luego de la última vez que lo acompañó a cortarlo en Busan, las mejillas tiene un color más vivo, brillante; los ojos descansados, o lo que se puede con la vuelta al trabajo; sus labios están sanos, no rajados en carne viva y ardiendo ante el frío; y sus manos volvieron a ser tersas, demostrando cómo volvió a cuidar de sí mismo.
Jungkook se ve mucho mejor que hace meses. Casi no queda vestigio de aquel joven deprimido quien se negaba a salir de su departamento, no por lo menos en su apariencia. Su mentalidad en cambio...
"De igual forma vas a hacer esa ceremonia de despedida para el bebé, ¿no?" inquiere.
Y es allí que el rostro del castaño se viste de un semblante serio y un poco lánguido.
Toma los puños de su suéter azul, hunde sus manos en ellos y se cruza de brazos, buscando en su mente la respuesta que quiere dar.
En algún lugar de su esencia, sabe que debe hacerlo. Es algo inevitable que algún día debería hacer porque es torturante para él pensar que jamás pudo darle una despedida digna, nunca le hizo algo más que la pobre flor que tiró al mar y tampoco había hablado mucho con él en el último tiempo. Quizás es parte del duelo, o simplemente es un mecanismo de defensa que usa para evitar cargar con la angustia que cree que le producirá el dejar ir a su bebé. Tal vez sólo se está preparando mentalmente sin ser consciente de ello, o capaz está tratando de retenerlo imperiosamente a su lado.
Presiona los labios y alza la mirada a su hyung encontrando la mirada que tanto sosiego y confianza le dio en su adolescencia y ahora lo apaña en su adultez.
"No lo sé..." confiesa deshaciendo el enlace de sus brazos, apoyándose contra la mesa y tomando el papel donde finaliza el hilo del saquito de té para jugar con él.
