DOCE

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Pasos silenciosos

Reino de Santlown, ducado de Santlown, condado de Santlown, Santlown

Mercado principal

Las cosas habían cambiado mucho desde que las noticias de que el rey había muerto llegaron finalmente a la capital. Todo el mundo pensaba que era un misero rumor que solamente quería afectar a la moral de los santlowanos, pero se confirmó desgraciadamente en el momento que arribó a la ciudad una carta escrita por el mismísimo Volker Fleischman, hermano del rey, relatando los hechos acaecidos durante la Batalla de Winzer, como el propio General del Este había bautizado al enfrentamiento contra los orcos.

En ese escrito se narraba toda la batalla desde el principio hasta su fatídico final en el cual cayó en combate su amado rey Oscar VII, el Diplomático, a manos del caudillo Aulelar; también se contaba el valeroso sacrificio de cientos de soldados y caballeros para dar tiempo a la retirada de los supervivientes, sabiendo que eso supondría su muerte, pero aceptándola para salvar miles de vidas que correrían despavoridas y en desbandada al no tener moral para seguir luchando; luego, casi al final del mensaje se decía el saqueo entero del ducado de Winzer a manos de los orcos de Aulelar y la otra derrota de las fuerzas de Santlown, esta vez a mando de Hedwig Fleischman. Ante esa derrota solamente quedaba la ciudad-fortaleza de Kütterbemg como última línea de defensa del ducado desaparecido de Coltact.

Esas noticias llegaron a la reina que quedó devastada al saber que su marido había muerto a manos de un orco en batalla; lo único que podía encontrar de consuelo era que pudieron rescatar su cuerpo antes de que esos monstruos pudiesen despedazarlo y comérselo o algo mucho peor.

Ella todavía no sabía cómo, pero de alguna manera, se filtro el contenido de la carta enviada por el duque de Wolfemburgo y se expandió como la espuma entre la población; la noticia golpeó de lleno a todo el mundo: a los ciudadanos a pie se sintieron devastados al saber que su amado rey había muerto en combate contra el grotesco y oscuro ser que azotaba sus tierras, los soldados de la guardia y de la guarnición pertenecientes a las tropas estatales pensaban el motivo de cómo el ejército real, formado por miles de soldados experimentados y caballeros había caído en batalla, los mercaderes vieron peligrar las rutas comerciales y por ende sus ingresos a futuro, los nobles entraron en un ataque de pánico con sus cabezas pensando que todo había terminado para ellos y ordenando a sus criados que comenzasen a recoger su equipaje y pertenencias para irse a sus castillos a refugiarse, y el clero sintió como si una espada se hubiera hundido en su cuerpo atravesándoles por completo ya que vieron en Oscar el Diplomático a la reencarnación de Dereiro en el plano mortal y con su muerte esa idea se desquebrajaba hasta explotar en miles de pedazos de cristal abocados a un abismo oscuro.

Con eso los patrullas marinas, el ejército de la fe como los sacerdotes del mar defendían en sus discursos delante de todo el mundo, comenzaron a tomar cada vez más fama y se fueron uniendo más fieles aumentando su número; esa creciente legión de fanáticos preocupó demasiado a la reina Samantha, que observaba peligrar la posición de su hijo y heredero, Arwin Fleischman.

Ante el crecimiento del fanatismo en la ciudad Samantha tuvo poco que hacer salvo ordenar a la guardia de la ciudad que reforzasen sus esfuerzos por mantener la paz en las calles. Por el momento ya habían ocurrido un apuñalamiento en el vientre, con el acuchillado muriendo desangrando en medio de la calle, el destrozo de más de una decena de tiendas y establecimientos, cuatro asesinatos provocados por turbas enfurecidas y sin mente que apalearon a las asesinadas y ocho heridos en disturbios entre creyentes de los distintos dioses del reino.

Entre todas las zonas tensionadas por posibles disturbios o peleas se encontraba el mercado principal, un lugar que antaño desprendía un aire cargado por los aromas de los alimentos que vendían, fruta recién extraída de la tierra que lanzaba su olor a las fosas nasales de los posibles compradores, rayos de luz que dañaban la vista cuando se reflejaban en las relucientes y pulidas armas que vendían los herreros recién salidas de las forjas, los endemoniados vinos que lanzaban su aroma para emborracharles sin mucho esfuerzo o las pequeñas montañas apiladas de libros que podían ser una gloria o un infierno cuando se leyesen. Ahora eso era totalmente distinto; muchos tenderetes y tiendas estaban completamente llenas, con un aroma o aire completamente dominado por el pesimismo y el terror al saber las noticias de la derrota de Oscar VII, ojos completamente centrados en las demás personas por peligro a que les robasen sus mercancías y un pequeño número de posibles compradores al vaciarse rápidamente de mercaderes y nobles de todo el reino y más allá por el temor que la mera palabra "orcos" daba en el cuerpo humano.

El azote de la hordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora