VEINTIDOS

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Lamento marino

Reino de Santlown, ducado de Santlown, condado de Santlown

Santlown, Ciudad Baja, muralla sur

El conde Otto, de la casa Koeppen, de la Colina del Oso, padre de la reina regente —por poco tiempo de mandato— y abuelo del actual monarca, se encontraba subido en el parapeto que se situaba encima de la puerta sur; desde ese lugar podía visualizar a sus hombres apostados en la muralla en cada uno de sus flancos como la hueste que se aproximaba a sus posiciones elevadas. A su espalda se escuchaban una amalgama de gritos y bramidos de los sargentos, tenientes y capitanes de tanto sus regimientos como los de Santlown. Sus voces ascendían al aire con tonos cada vez más graves y guturales que los anteriores; convirtiéndose en una vorágine de notas inconexas.

El movimiento que ocurría a su espalda era atronador. Una mar de pisadas se formaba al paso de los regimientos. Sus hombres habían marchado desde Colina del Oso para partir hacia Santlown para protegerla de cualquier peligro que amenazase la supervivencia de su linaje en la línea real. La muy idiota duquesa Anselma de Kefferer tuvo la estúpida idea que tenía planeada en su cabeza que se uniría a su campaña sin decir ni una palabra. En el mismo instante después de leer la carta enviada por su señora feudal desenvainó su espada y acabó con la vida del mensajero que trajo el mensaje; después ordenó reunirse a sus abanderados y marchó hacia la capital con premura.

Por el camino exigió a sus soldados que se esforzasen al máximo. No toleraba al que pedía un descanso porque si no lo mataba él, lo dejaba tirado en medio de un reino en descomposición. Ya, tras una larga marcha, cerca de la antigua ciudad de Hallnitz, se encontró con varios emisarios del hermano de su yerno, el duque Volker de Wolfemburgo. Ellos le informaron muy por encima de la situación que estaba viviendo el reino —notándose demasiado que no sabían que ocurría—¸para pedirle, más bien exigirle, la adhesión de sus fuerzas al nuevo ejército real para dirigirse directamente a Santlown con el objetivo de reforzar a la guarnición.

En un primer momento estuvo tentado de colgar a los mensajeros por la forma que le trató el tío de su nieto, pero contuvo las ganas y desechó la idea de su cabeza y les ordenó que les hicieran de guías para reunirse con el General del Este.

Cuando llegaron Volker los recibió con los brazos abiertos, con Otto viendo la desesperación que asolaba el corazón y los pensamientos del duque, por lo tanto, decidió, por una vez tras una larga temporada, dejar el mando a cargo de su superior por rango nobiliario y no pelear por él sabiendo que podría desencadenar un conflicto que no era necesario en esos momentos. Tenían una Horda de orcos que destruir.

Seguidamente, después de reagrupar y fusionar las dos fuerzas —siendo las huestes de los Koeppen superior en esos momentos a las tropas de Santlown—, retomaron la marcha y emprendieron una larga travesía a lo largo del ducado de Santlown hacia la Ciudad del Mar. Durante el trayecto iban acampando en ciudades y castillos reclutando a todo soldado capacitado que pudiese empuñar bien un arma como a cualquier voluntario.

Finalmente llegaron a la capital con una poderosa hueste, pero que palidecía comparada con las experimentadas tropas que siguieron al rey anterior al combate. Eso mismo le recriminó Otto a Volker en todo el camino. ¿Cómo habían podido confiarse de que solamente los regimientos más veteranos podrían haber detenido una Horda de orcos? Podía ser que contasen con la experiencia de miles de soldados, pero los orcos contraatacaban con sus números y brutalidad en el combate que muchas veces superaban la disciplina y arrojo de los hombres.

Con eso en mente, cuando se organizó deprisa y corriendo un consejo de guerra para preparar a la ciudad para la batalla que se le avecinaba en unos meses, el conde de Colina del Oso exigió con fiereza y decisión sin vacilar el mando del flanco oriental. Él sabia que ellos le debían eso a cambio de haberles proporcionado más hombres para la defensa, por lo tanto, Volker aceptó sin dudar. Además, el tío de su querido nieto confiaba plenamente en sus capacidades para mantener la muralla sur de cualquier enemigo que osase tener la idea errónea de intentar escalar los muros que defendía.

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⏰ Última actualización: Aug 09, 2022 ⏰

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