DIECINUEVE

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Marcha hacia el mar

Reino de Santlown, ducado de Santlown, condado de Santlown

Cercanías de Santlown

Tras su victoria sobre el ejército de la Hueste de Bakur-Hama, la Horda de los Picos Malditos marchó desde el campo de batalla a las orillas del Gran Tormenta hasta adentrarse hasta la ciudad de Watterburg, la capital del condado donde se encontraban meses antes.

Por el camino en dirección a Watterburg tuvo una creciente ola de protestas de diferentes caudillos que, sin llegar a conocer los planes de Aulelar, no tardaron en reprocharle la derrota contra la Hueste de Bakur-Hama; con rapidez comenzaron a decir que no valía el puesto de líder de la Horda y que, además, se envalentonaron por el apoyo de Tormin Hacha de Sangre, que encolerizado por la pérdida de las tribus del Lobo Solitario y de los Jabalíes Enfurecidos, aprovechó para guiar a los orcos descontentos como un mero ganado para sus fines.

Sin embargo, el plan del caudillo del Puño Sangriento se desbarató cuando salió a la luz las maquinaciones de sus antiguos aliados, por lo tanto, en ese momento todos los rivales de Aulelar se dieron cuenta de su verdadero plan, incluido el mismísimo Hacha de Sangre, que fue eliminar la disidencia y dejar que florezca las malas hierbas para poder podarlas con tranquilidad y, lo que más le asustaba a Tormin, con legitimidad.

Lentamente, con el paso de los días y del aumento de saqueos y acumulación de riquezas, ciertos caudillos de ciertas tribus fueron ganado cada vez más poder e influencia dentro de la Horda de Aulelar. En poco tiempo habían arrinconado a los disidentes y, cuando menos se lo esperaban, la alianza formada por Tormin se desmontó en pedazos sin que él pudiese hacer nada, ya que varios caudillos, los de la Nariz Rota y Colmillos Verdes, se alzaron en armas contra el Inmortal.

En seguida las huestes de esas tribus chocaron en una batalla contra el resto de la Horda en el campamento degenerando en una carnicería y masacre. La batalla había sido ganada desde el comienzo, ya que el líder de la Horda de los Picos Malditos mandó a la tribu del Lobo Gélido, al mando de Ughag el Helado, y los jinetes de lobo de la Lanza Sangrienta, dirigido por Valdok apodado recientemente como el Lobo, contra los rebeldes por ambos flancos, mientras que la tribu de las Espadas Cruzadas, tras fusionarse con las Rocas del Este, cargaron por el centro; en unos minutos todo había terminado, con los pocos cientos de orcos restantes reducidos a una pelota que intentaba saber cómo sobrevivir, ya que pensaban que Tormin llegaría para ayudarles en cualquier momento y darían el golpe decisivo a la batalla y acabarían con Aulelar; no obstante, eso no sucedió, algo que el hijo de Amgroc tenía conocimiento de antemano de eso; sabía perfectamente que Hacha de Sangre no se arriesgaría a perder soldados en un intento que no se sabía si iba a acabar ganando, por tanto, dejó morir a sus camaradas.

Sin embargo, antes de la caída definitiva de parte de sus rivales, Aulelar, a lomos de Vildok, les propuso a los dos caudillos a un duelo por el mando de la Horda, cosa que aceptaron sin pensarlo. En unos segundos, Zhulgash el Furioso se lanzó cayó sobre su antiguo líder con una furia sin sentido, controlado por la rabia que azotaba su cuerpo; aunque lo que se pensaba que iba a ser un combate sangriento se resolvió en seguida, el Furioso cayó al suelo con la cabeza saltando por los aires mientras que el otro caudillo fue incinerado por una llamarada verde que surgió de las manos del orco.

Seguidamente, el resto de los hombres de ambas tribus rompieron su formación cerrada para cargar sobre Aulelar con la intención de acabar con el chaman; pero, como había pasado con el caudillo de la Nariz Rota, las llamas se aglomeraron y rodearon a Aulelar en un principio. Un torrente de fuego verdoso fatuo no paró de ascender en torbellino hasta alcanzar una altura de más de quince metros; posteriormente, como si un poderosa magia hubiese entrado en contacto con las llamas, el viento gimió y chilló de dolor, como si sintiese un dolor procedente de una herida abierta, para en segundos unidos por fuertes vientos surgió un chillido monstruoso, como el de un animal sacado del infierno.

El azote de la hordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora