Preparativos para la guerra
Reino de Santlown, provincia de Santlown, Santlown
La mayor ciudad del reino que regía Oscar Fleischmann era la capital, Santlown. Una poderosa urbe que vivía del comercio y los productos manufactureros. Al lado izquierdo de la ciudad traspasaba con una furia inmensa el río Gran Tormenta, con el agua sonando como el viento de una tormenta mezclado con las gotas de lluvia azotasen las paredes robustas de un castillo. A los flancos del Gran Tormenta se edificaban hileras de casas de madera con techos de paja, con los bordes de las paredes de los hogares mojados por el chapoteo continuo del agua pasar hacia el mar tras chocar contra los límites del caudal. Para pasar de orilla a orilla un puente fue erigido para esa tarea, en un principio construido de madera unida por fuertes ataduras, siendo remplazado tras medio siglo de uso por piedra trabajada, dejando una construcción bellísima para las caravanas de mercaderes escoltadas por jinetes o hombres a pie, maravillados por los acabados del puente que daban pie a la entrada oeste de Santlown.
Por otro lado, para acceder a la urbe tenías que traspasar una de las tres puertas: la del oeste, la del este y la del sur; o ir en barco y desembarcar en el muelle que quedaba en el norte de la ciudad. Los portones eran grandes puertas de madera reforzada con hierro alrededor de unas gruesas y robustas murallas de piedras con decenas de torres que daban una imagen terrorífica al atacante que tuviese la estúpida idea de lanzarse contra ellos, ya que las defensas de Santlown fácilmente desafiaban al viento al erigirse en una fanática idea de proteger a los ciudadanos que las erigieron junto a las torres que cortaban el viento con orgullo desmedido. Igualmente, si las tropas enemigas pudiesen llegar a las murallas o tan siquiera a las puertas para reventarlas con un ariete se encontrarían con unos bastiones repletos a rebosar de soldados bien armados, entrenados y disciplinados que sabían cada uno su papel para mantener la defensa intacta ante los asaltantes.
Al atravesar sus defensas nos encontraríamos con un laberinto de calles y callejuelas interminable al ojo humano con pilas de casas de varios pisos formados en filas incalculables que seguían el ejemplo de las torres defensivas establecidas en las murallas; desafiando al cielo como si ellas pudieran derrotarlo con mera madera, piedra o vidrio. Los primeros edificios y calles eran pertenecientes a los barrios bajos, sector donde se encontraba la mayoría de la población de la urbe más importante del reino y que se dedicaban al robo, asesinato a sueldo y como mano de obra para las manufacturas o para atender los tendederos de los distintos mercados de la ciudad. Más adelante se llegaba a la principal plaza del mercado, conocida como la Plaza de los Dioses, al estar tan cerca de los templos de culto a Diraura, Deidad de la Muerte del Reino de Santlown, y Dereiro, Dios de los Mares y principal deidad de los dominios de la casa Fleischman.
En dicho lugar se extendían tendederos y tendederos repletos de toneladas de comida de todo tipo, desprendiendo un gran olor que te habría el estómago para comer. Armas recién salidas de las forjas de las herrerías que deslumbraban con un brillo que te decían que ansiaban derramar la sangre de sus enemigos con grandes acabados que te las vendían a grandes precios para intentar llevarse el máximo beneficio posible de los compradores externos, ya que sabían que nadie dentro de la misma ciudad compraría armas al doble o al triple de su verdadero valor. Ropajes de grandes acabados de unas telas de gran calidad, desprendiendo un brillo que te nublaba la mente y te despertaba una ansiedad desmesurada con la única manera de calmarla era comprando ese producto.
Al mismo tiempo, alrededor de las distintas plazas de mercado se observaban patrullas de soldados que iban desde una pareja de lanceros cansados y aburridos que pasaban el tiempo descansando recostados en las paredes de los edificios, a pelotones de vente o más hombres que marchaban en columnas con sus armas afiladas y preparadas para detener cualquier motín o acto sospechoso y cumplir la paz del Rey en la capital.
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El azote de la horda
FantasySiglos hacía desde la última aparición de una Horda de orcos semejante a la que azotaba hoy en día las Tierras Yermas. Cientos de caudillos de esta sanguinaria y grotesca raza se han alzado para unir a todo su pueblo en una marea imparable de muerte...