UNO

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Las llamas de la venganza

Picos Malditos

Las montañas de los Picos Malditos eran una unión de picos de gran altitud formando una grotesca y horrenda vista de roca oscura siempre siendo azotada por la tormenta, los rayos y la lluvia impidiendo ver el punto más alto de sus montañas.

Al haber una constante lluvia casi produciéndose torrenciales de la cantidad de agua que caía desde las nubes castigando el ecosistema continuamente dejando que no crezca nada al no poder desarrollarse por la excesiva precipitación. No obstante, todo lo que caía sobre los Picos Malditos se iba en forma de un río que para los humanos cercanos lo conocían con el nombre del río Gran Tormenta por lo siempre cargado que iba y con la fuerza que arrastraba todo lo que se acercaba a él, parecía como si la propia corriente tomase vida propia y decidiese con una oscura e invisible sonrisa llevarse todo por delante, deleitándose con los gritos de dolor de la tierra al ver cómo era lentamente arrancada por partes, los árboles gemían al ser arrancados por sus raíces y como las personas o animales que se acercaban a beber, extraer su agua o cruzar eran ahogados con un profundo dolor.

Al mismo tiempo el Gran Tormenta al transportar mucha agua provocaba que sus alrededores fueran muy fértiles aun estando en zonas cercanas a los Desiertos Rojos, un páramo completamente desértico y casi sin vida que competía consigo mismo cada día haber con ver cuántas personas se llevaba por morir por una insolación o deshidratados. A lo largo y ancho del tremendo caudal se extendían unos campos de cultivo donde los humanos cosechaban sus alimentos para su propia supervivencia o para ser vendidos en los mercados de las grandes ciudades.

Todo parecía muy tranquilo en ese lugar, aunque, en realidad, para mala fortuna de la raza mortal no era cierto. En los mismos Picos Malditos, dentro de sus incontables cuevas y túneles que provocaban que pudieses perderte y olvidarte del camino por el que viniste para quedar atrapado en su oscuridad absoluta habitaba una tribu de orcos, conocida como la tribu de los Picos Malditos.

Dicha tribu la conformaban cerca de cinco millares de ejemplares de esa brutal raza que se dedicaba a la guerra, el saqueo y las carnicerías. Eran dirigidas con puño de hierro por un caudillo, que casi siempre era el mejor luchador entre su pueblo, aunque otros muchos aun siendo los más poderosos físicamente y capaces de abrirte en canal con un solo tajo de su arma no eran los más inteligentes y astutos. Esta conglomeración de orcos había tardado mucho tiempo en conseguir una vez más números como los que contaban hoy en día al haber sufrido un gran número de bajas hacía ya varios siglos atrás.

Su raza siempre se agrupaba entre los más fuertes y, cuando un caudillo conseguía tras demostrarlo por uso de la fuerza que era superior a otros líderes o caciques de otras tribus podía ser que se uniesen en un solo músculo para traer la muerte y destrucción por donde pasasen. De esta forma nacía lo que se conocía como una Horda.

Estas Hordas, aunque pareciese que fuesen uno solo, en realidad estaba plagada de conspiraciones y duelos por el poder. Con los diferentes líderes intentando destronar al actual caudillo de la gran masa de orcos para ponerse al mando, por lo tanto, el jefe de esta unión de guerreros siempre tenía que estar atento a cualquier indicio de intento de asesinato y de sobrevivir a los distintos duelos que se le presentarían a lo largo de su vida hasta que muriese por arma enemiga o amiga.

La tribu de los Picos Malditos participó en una de esas Hordas y sufrieron mucho dolor durante toda la existencia de la misma, viendo como sus números caían en picado por cada nueva campaña realizada, cada matanza o batalla librada y por cada nuevo montón de riquezas que conseguían saquear de sus enemigos. Por esa razón cuando dicho clan estaba al borde la extinción que su nombre solamente fuese recordado en las páginas de la historia decidieron abandonar la campaña y retirarse a su hogar a lamerse las heridas y recomponer sus filas, ya habían perdido a muchos buenos guerreros y no querían perderlos a todos.

El azote de la hordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora