Enmarañada telaraña
Reino de Santlown, ducado de Kefferer, condado de Watterburg
Watterburg
La ciudad de Watterburg era una ciudad bastante extraña comparada con el resto de ciudades del ducado y el reino.
Si seguías el Camino del Mar, la ruta de carreteras que conectaban todas las ciudades con la capital de Santlown, te toparías con una tierra fértil, repleta de frondosos bosques de robles negros duros y resistentes y arbustos esponjosos rebosantes de frutos, con campos de pasto verde reluciente como la esmeralda durante kilómetros y kilómetros.
Watterburg, a diferencia de las ciudades del sur de Kefferer, no tenía grandes campos de cultivo durante decenas o centenares de hectáreas de tierra cultivable, ellos no tenían ni un cultivo cerca de la urbe, salvo por una pequeña porción de terreno en la cual el agua de la lluvia no le daba tanto que lo aprovechaban para plantar viñedos y extraer uva para ser consumida o transformada en vino.
El condado estaba delimitado por el Gran Tormenta por el norte, comenzando en la otra orilla del río el condado de la Colina del Oso; por el este, aunque parte del territorio había sido invadido por el río principal del reino de Santlown, el resto de esas tierras se encontraban conectadas a partir del Puente del Batallador, erigido en honor a Oscar III durante el reinado de Oscar IV el Poderoso, que seguía con el Camino del Mar hasta tocar la frontera con el ducado de Coltact; por el oeste sus tierras acababan chocando con las tierras del condado de Kaüss, perteneciente a la casa von Haselrter, y con uno de los afluentes del Gran Tormenta: el río Reikforst. Y al sur, la frontera llega hasta unirse con los límites del condado de Burberger, famoso por su montaña abundante en mineral de hierro y grandes herreros capaces de forjar poderosas armas e impolutas armaduras de placas.
Aunque las inmediaciones de la capital condal no hubiesen campos de cultivo, orden redactada en una ley muy extraña e inentendible del conde, dejando una tierra igualmente verde, forzando a la ciudad a verse obligada a desembolsar grandes cantidades de oro de manera mensual en pagar a los agricultores de los pueblos fronterizos del norte, que vendían gran parte de su excedente en Watterburg. De esta manera los diferentes condes que pasaron por el trono del condado se aseguraron un abastecimiento continuo de alimentos intentando minimizar la dependencia de otros condados, o de la capital del condado, sobre ese problema que tenían, no querían dar una carta con la que negociar en desventaja con el resto de nobles del reino, y, aun cuando no superasen la producción de la fértil Kaüss, se mantenían estables en épocas de paz.
Por otro lado, las fuerzas armadas del condado eran bastante numerosas comparadas con el resto de condados fronterizos del ducado, a excepción del condado de la Colina del Oso ya que los Koeppen habían querido mantenerse como los vasallos más poderosos de los Kefferer de Aldethem. Las huestes de Watterburg consistían en unos cinco mil soldados estatales, destacando entre ellos los Guerreros de la Sangre, un regimiento compuesto de tres destacamentos de hacheros a dos manos, otros tres mil hombres de leva y dos órdenes de caballería: los hijos del Rayo y la Mano de Dereiro, que se negaron a unirse a la campaña del rey Oscar el Diplomático cuando se le llegó la notificación.
Aunque para la mayoría del mundo parecía que el condado era un lugar seguro e inexpugnable por la cantidad de fortalezas erigidas a lo largo y ancho de la frontera, de tres a cinco por cada punto cardinal, y los dos puentes que le conectaban con el norte y el este del reino fáciles de defender ante un ataque enemigo, en realidad sus fuertes se encontraban poco mantenidos salvo por uno por frente, había guarniciones bastantes debilitadas —cien o doscientos soldados en el mejor de los casos—, mal avituallamiento y red de suministros provocaba que todos esos recursos no enviados por propia decisión de los gobernantes se suministrasen, a su vez, en la ciudad de Watterburg.
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El azote de la horda
FantasySiglos hacía desde la última aparición de una Horda de orcos semejante a la que azotaba hoy en día las Tierras Yermas. Cientos de caudillos de esta sanguinaria y grotesca raza se han alzado para unir a todo su pueblo en una marea imparable de muerte...