ᴋᴇᴇᴘ ᴍᴇ ᴀᴡᴀʏ》ⱽᵒˡᵏᵃᶜⁱᵒ

Capítulo 19.

Y no había más, solo un Volkov confundido con la mirada perdida en el cristal de su despacho, bueno mas bien, el que podría ser su despacho.

Fijó más la vista al ver como el chico de cresta en mitad de aquel pasillo gigante que conectaba los módulos, se encontraba de nuevo con los que eran sus amigos por entonces, y como no, con el dichoso médico.

El ruso cogió la chocolatina y la tiró contra el cristal, esta acabó rebotando en el suelo.

Estaba furioso, y no, aunque pareciera Claudio el causante de su rabia, no era ese el motivo.

Se sentía débil, ¿Enserio esperaba que el puto crío se quedara con él abrazados un rato después de haber follado?, se estaba volviendo un puto blandengue. Él siempre había sido el que se iba y dejaba plantada a la otra persona después de haber tenido sexo, y ¿enserio ahora estaba esperando a un puto crío delincuente, que volviera y quizás repitieran una vez más lo que acababa de pasar?.

Sí, era un completo imbecil, bipolar, celoso, indeciso, frío, borde, maleducado, hipócrita y desequilibrado mental... pero al menos había descubierto que habia algo dentro de él que no se habia marchitado como pensó tantos años atrás.

—Cuidado Volkov, como rompas el cristal no quiero saber como se pondrá Michelle.—Al parecer el viejo lo había visto en pleno brote de ira.

—Pareces mi puto karma, estás todo el día pegado a mí como una jodida lapa.—Dijo el ruso con los codos apoyados en la mesa mientras agarraba sus propios cabellos.

—Algo muy malo tuviste que hacer en otra vida, entonces.

—Quizás estoy pagando el Karma de esta. ¿Dime que tipo de ritual satánico tengo que hacer para que desaparezcas?

Conway caminó despacio por el despacho hasta apoyarse en el escritorio.

—¿Quieres ir a dar una vuelta?

—No estoy para nada ahora mismo, solo iré a comisaría un rato.

—Hoy no tienes turno de noche.

—¿Desde cuando importa eso?—Replicó el más joven estirando su espalda.

—Desde que no sales de la comisaría. Solo falta que pongas un colchón en tu despacho y duermas allí como los jodidos Tailandeses.

—Así no se agradece al empleado del mes. Valora al único que hace algo en comisaría, ese sitio está lleno de putos holgazanes.

—Llevas siendo el empleado del mes desde que entraste a la comisaría con 17 años.

—Quizás deje de serlo pronto...—Dijo el ruso jugando con sus dedos pulgares.

—Sí esperabas que me riera con tu chiste de mierda esperabas mal. No me hace ni puta gracia, sabes de quien es culpa todo esto, ¿no?.

Volkov no dijo nada.

—¿Callas porque no lo sabes o porque no lo quieres admitir?.

El ruso se levantó de la silla—Me voy, estoy cansado.

—Escucha rusito, sienta el culo en esa jodida silla. Estoy hablando contigo.—Ordenó tajante el super intendente.

—¿Desde cuando te convertiste en mi padre?, ¿quien crees que eres para decirme lo que tengo que hacer?.

—Mira...dos cosas, la primera. Me convertí en tu padre en el momento que pasaste de ser un hombre responsable a un crío inmaduro con brotes psicóticos. Y lo segundo, soy tu puto superior y todo lo que yo diga va a misa, ¿no te acuerdas de eso?.

El comisario solo clavó una mirada rabiosa, tanta era que Conway casi podía olerla.

—Ya que no haces caso a tu puta psicóloga, hazme caso a mí. Recuerda que tu puesto de comisario está peligrando Volkov y enserio me daría muchísima lástima que lo perdieras por no saber controlar tus ataques irracionales.