Capítulo 21

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-¡Horacio!, ¡Horacio espera!-Gritó el joven que perseguía al rápido muchacho.

Horacio no iba a dar el brazo a torcer, iba a encontrar a Will y nadie podría impedírselo.

-¡Horacio joder espera solo un segundo!, esto es una locura.

Las lágrimas invadieron las cuencas del nombrado, no podía creer nada de que estaba ocurriendo.

-¡Espera!-Cuando Claudio fue capaz de tocar su hombro, Horacio se giró furioso. Intentando aguantar las lágrimas que ya resbalaban por sus mejillas.

-¡¿A qué?!, ¡¿A qué espero?!, ¡¿A qué lo maten?!.-Gritó furioso.
Claudio se quedó blanco en el sitio. Jamás esperó que aquel chico tan dócil y tímido le gritara de semejante forma. -Sí quieres esperas tú aquí, porque yo me voy a buscarle.-Encaró secándose las lágrimas con las palmas de sus manos.

-Horacio no... no es...-Antes de que terminara de dar su explicación el muchacho ya se estaba marchando de nuevo.-¡Horacio joder!-No tuvo otra alternativa que correr tras este.

El muchacho seguía un objetivo claro, encontrar a Will. No importaba si tenía que buscar en cada celda hasta dar con él, lo haría.

Caminó por aquellos pasillos solo y por primera vez miedo era lo único que no sentía. Incluso empujó con sus hombros a algún que otro recluso. Ya nada le importaba.

Las miradas se clavaban en él y a penas se percataba de ellas.

Caminó hasta la celda de Will. Estaba tan empeñado en encontrarle que apenas se percató del chapoteo que hizo su zapato al pisar un charco color escarlata.

Bajó su mirada al suelo antes de entrar en aquel pequeño habitáculo. Su zapatilla blanca estaba completamente impregnada por el color de la sangre. Un río de esta procedía de aquella habitación.

Su corazón latió tan fuerte que volvieron aquellos pinchazos en su pecho que jamás volvió a sentir. Su cabeza martilleó con cada uno de los golpes que producía aquel músculo cardíaco. Y un sudor frío recorrió desde su nuca hasta en último punto de su cuerpo.

Tuvo que respirar para tranquilizarse, aunque al hacer aquello notó como cada uno de sus músculos se sacudió. Estaba temblando como un hijo de puta.

No se atrevía a pasar a aquella habitación, no creía ser capaz de hacerlo ya que con cada uno de los débiles pasos que daba sus muslos no creerían ser capaces de soportar el propio peso de su cuerpo. Su pisada era inestable, pero por suerte o por desgracia sólo fueron necesarios dos o tres pasos más para que toda la celda quedara expuesta a su visión.

Lo primero que llamó su atención fue como un joven se hacía un ovillo en su propia litera, lloraba y temblaba completamente aterrorizado, como si hubiera observado la peor escena de su vida.

Al notar la presencia de Horacio se escondió más sobre sí mismo.

-¿Dónde está Will?.

No obtuvo respuesta. Horacio llevó la mirada a una de las camas que pertenecía a aquel alocado muchacho. El rastro de sangre comenzaba allí.

Se adentró despacio en la habitación, el olor ácido de la sangre azotó cada poro de su piel y a medida que más se acercaba hacia aquel colchón más náuseas le entraban. La angustia presionaba con saña su estómago y una bola de saliva no era capaz de pasar por su garganta.

Se dejó caer de rodillas frente a la cama, manchando así sus rodillas con aquel fluido rojo. Y con sus manos arreguñó las sábanas ensangrentadas.

-No no no...-Murmuró mientras sus lágrimas nublaban su vista.

ᴋᴇᴇᴘ ᴍᴇ ᴀᴡᴀʏ》ⱽᵒˡᵏᵃᶜⁱᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora